Palabra de vida enero 2017

Palabra de vida enero 2017

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«Porque el amor de Cristo nos apremia»

(2 Co 14)

«Ayer fui a cenar fuera con mi madre y una amiga suya. Pedí como guarnición un plato de guisantes, que decidí dejarme para comerme el postre, que me apetecía más. Pero mamá dijo que no. Estaba a punto de ponerme de morros, pero recordé que Jesús estaba justo al lado de mamá, así que me puse a sonreír».

«Hoy he vuelto a casa cansado y, mientras veía la tele, mi hermano me ha quitado el mando de las manos. Me he enfadado mucho, pero luego me he calmado y le he dejado ver la tele».

«Hoy mi padre me ha dicho una cosa y yo le he respondido mal. Le he mirado y he visto que no estaba contento. Entonces le he pedido perdón y él me ha perdonado».

Son experiencias de la Palabra de vida contadas por niños de 5º de Primaria de un colegio de Roma. Puede que no haya una relación directa entre esas experiencias y la Palabra que vivían en ese momento, pero este es precisamente el fruto de vivir el Evangelio: que incita a amar.Independientemente de la Palabra que nos propongamos vivir, los efectos son siempre los mismos: nos cambia la vida, nos pone en el corazón el acicate a estar atentos a las necesidades del otro, hace que nos pongamos al servicio de los hermanos y las hermanas. No puede ser de otro modo: acoger y vivir la Palabra hace que nazca en nosotros Jesús y nos lleva a actuar como Él. Es lo que deja entender Pablo cuando escribe a los corintios.

Lo que apremiaba al apóstol a anunciar el Evangelio y a trabajar por la unidad de sus comunidades era la profunda experiencia que había hecho con Jesús. Se había sentido amado y salvado por Él; había penetrado tanto en su vida, que nada ni nadie podría separarlo nunca de Él; ya no vivía Pablo, porque Jesús vivía en él. Pensar que el Señor lo había amado hasta dar la vida lo volvía loco, no lo dejaba tranquilo, y lo incitaba con una fuerza irresistible a hacer lo mismo con el mismo amor.

¿Nos apremia también a nosotros el amor de Cristo con la misma vehemencia?

Si de verdad hemos experimentado su amor, no podemos dejar de amar a nuestra vez y entrar con valentía donde hay división, conflicto u odio para llevar concordia, paz y unidad. El amor nos permite proyectar el corazón por encima del obstáculo para ponernos en contacto directo con las personas, comprenderlas, compartir con ellas y buscar juntos la solución. No se trata de algo optativo. La unidad hay que conseguirla a toda costa, sin dejarnos frenar por una falsa prudencia, por dificultades o posibles enfrentamientos.

Esto se demuestra especialmente urgente en el campo ecuménico. Esta Palabra ha sido elegida en este mes en que se celebra la «Semana de oración por la unidad de los cristianos» de distintas Iglesias y comunidades, para que nos sintamos todos estimulados por el amor de Cristo a ir los unos hacia los otros y así recomponer la unidad.

Afirmaba Chiara Lubich el 23 de junio de 1997 en la apertura de la II Asamblea Ecuménica Europea en Graz (Austria): «Será un auténtico cristiano de la reconciliación solo quien sepa amar a los demás con la misma caridad de Dios, esa caridad que nos hace ver a Cristo en cada uno, que está destinada a todos –Jesús murió por todo el género humano–, que toma siempre la iniciativa, que es el primero en amar; esa caridad que lleva a amar a todos como a uno mismo, quenos hace uno con los hermanos y las hermanas en los dolores y en las ale­grías. Y también las Iglesias deberían amar con este amor».

Vivamos también nosotros la radicalidad del amor con la sencillez y la seriedad de los niños de ese colegio de Roma.

Fabio Ciardi

 

 

Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida en viñetas para los niños, adaptada para adolescentes y parajóvenes,

 y en MP3 para escuchar en el celular.

Palabra de Vida de cada mes en más de 30 idiomas AQUÍ en presentación Power Point

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Palabra de vida de junio

Palabra de vida de junio

 

Desde tempranito en este primer día de junio comparto con ustedes la Palabra de Vida del mes. Yo la leí y la empecé a poner en práctica ayer y los frutos no se han hecho esperar: alegría y serenidad interior y una relación renovada con los demás, especialmente los de casa. Deseo que sea así para todos ¿Se animan? Tomemos en serio esta invitación y también compartamos lo que ella nos hace vivir.

 

Palabra de vida de junio

Por Chiara Lubich

Versión en PPT: PdV201406

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«Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28, 21).

El evangelista Mateo comienza el Evangelio recordando que ese Jesús cuya historia va a narrar es el Dios-con-nosotros, el Enmanuel (cf. Mt 1, 23), y lo concluye refiriendo las palabras arriba citadas, con las que Jesús promete que estará siempre con nosotros, incluso después de que haya vuelto al cielo. Hasta el final del mundo será Dios-con-nosotros.

Jesús dirige estas palabras a sus discípulos después de haberles encomendado la tarea de ir por el mundo entero a llevar su mensaje. Era muy consciente de que los mandaba como ovejas en medio de lobos, y de que sufrirían contrariedades y persecuciones (cf. Mt 10, 16-22). Por eso no quería dejarlos solos en su misión. Así, precisamente en el momento en que se va, ¡promete quedarse! Ya no lo verán con los ojos, no volverán a oír su voz ni podrán tocarlo, pero Él estará presente en medio de ellos, como antes e incluso más que antes. Pues si hasta entonces su presencia se localizaba en un lugar bien preciso –en Cafarnaúm, en el lago, en el monte o en Jerusalén–, de ahora en adelante Él estará dondequiera que estén sus discípulos.

Jesús se refería también a todos nosotros, que tendríamos que vivir en medio de la vida compleja de cada día. Como Amor encarnado que es, habrá pensado: yo quisiera estar siempre con los hombres, quisiera compartir con ellos sus preocupaciones, quisiera aconsejarles, quisiera caminar con ellos por los caminos, entrar en las casas, reavivar su alegría con mi presencia.

Por eso quiso permanecer con nosotros y hacer que sintiésemos su cercanía, su fuerza y su amor.

El Evangelio de Lucas cuenta que después de haberlo visto ascender al cielo, sus discípulos «se volvieron a Jerusalén con gran alegría» (Lc 24, 52). ¿Cómo podía ser? Porque habían experimentado la realidad de esas palabras suyas.

También nosotros estaremos llenos de alegría si creemos de verdad en la promesa de Jesús:

«Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo».

Estas palabras, las últimas que Jesús dirige a sus discípulos, marcan el final de su vida terrena y, al mismo tiempo, el inicio de la vida de la Iglesia, en la cual está presente de muchos modos: en la Eucaristía, en su Palabra, en sus ministros (los obispos, los sacerdotes), en los pobres, en los pequeños, en los marginados…, en todos los prójimos.

A nosotros nos gusta subrayar en particular una presencia de Jesús: la que Él mismo nos indicó en este mismo Evangelio, el de Mateo: «Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18, 20). Mediante esta presencia, Él quiere poder establecerse en cualquier lugar.

Si vivimos lo que Él manda, especialmente su mandamiento nuevo, también podemos experimentar esta presencia suya fuera de las iglesias, en medio de la gente, en los lugares donde la gente vive, por todas partes.

Lo que se nos pide es ese amor mutuo, de servicio, de comprensión, de participación en los dolores, en las ansias y en las alegrías de nuestros hermanos; ese amor que todo lo cubre y que todo lo perdona y que es propio del cristianismo.

Vivamos así para que todos tengan la oportunidad de encontrarse con Él ya en esta tierra.

Chiara Lubich

Palabra de vida publicada en Ciudad Nueva n. 387 (5/2002), p. 24.

 

En camino hacia la plena unidad

En camino hacia la plena unidad

A 50 años del reencuentro de la cristiandad

 

24 de mayo de 1967: Después de casi mil años de separación, los cristianos de Oriente y Occidente volvieron a encontrarse en el histórico abrazo entre el Patriarca Atenágoras y S.S. Pablo VI en Jerusalén. Un paso gigantesco en el camino hacia la nueva unidad. Desde ese día, el camino ha continuado. Una figura singular ha sido el puente de unidad: Chiara Lubich, de quien Atenágoras no dudó en reconocerse como «un discípulo más». Aquí un breve documental que cuenta la historia de lo que comenzó hace 50 años y terminará en la eternidad…

 

http://http://www.focolare.org/it/news/2014/05/23/atenagora-paolo-vi-e-chiara-lubich/

Palabra de Vida de Mayo

Palabra de Vida de Mayo 2014

Por Chiara Lubich

 

Versión en .ppt: Palabra de Vida – Mayo 2014

 

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“…En nombre de Cristo, déjense reconciliar con Dios”

                                                               (2 Cor 5, 20)

 

Se trata de la exhortación de Pablo a los Corintios que viene después del gran anuncio, corazón de todo el Evangelio. Dios ha reconciliado al mundo consigo por medio de Cristo. (2 Cor 5,19)

Sobre la cruz, en la muerte de su Hijo, Dios nos ha dado la prueba suprema de su amor.Por medio de la cruz de Cristo, nos ha reconciliado consigo.

Esta verdad fundamental de nuestra fe tiene hoy plena actualidad. Es la revelación que espera toda la humanidad: sí, Dios está cercano a todos con su amor y ama apasionadamente a cada uno. Nuestro mundo necesita este anuncio, pero lo podremos dar si antes nos lo anunciamos y nos lo volvemos a anunciar, hasta sentirnos circundados por este amor, aun cuando todo hiciera pensar lo contrario.

 

…En nombre de Cristo, déjense reconciliar con Dios”

Pero la fe en el amor de Dios no puede quedarse encerrada en la interioridad de cada uno, como

muy bien explica Pablo: Dios nos ha dejado el encargo de hacer que los demás se reconcilien con El (2 Cor.5,18) confiando a cada cristiano la gran responsabilidad de dar testimonio del amor de Dios por sus criaturas. ¿Cómo?

Todo nuestro comportamiento debería hacer creíble la verdad que anunciamos. Jesús ha dicho claramente que antes de llevar la ofrenda ante el altar, deberíamos reconciliarnos con nuestro hermano o hermana que tuviera alguna queja contra nosotros.(cf Mt 5, 23-24)

 

…En nombre de Cristo, déjense reconciliar con Dios”

 

Y esto es válido ante todo al interior de nuestras comunidades: familias, grupos, asociaciones, Iglesias. Es decir que estamos llamados a derribar todas las barreras que se oponen a la concordia entre las personas y los pueblos.

Sobre todo en este mes en el que en muchas partes del mundo se celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, estamos llamados a colaborar, a comprometernos con la oración sobre todo para contribuir a que caigan los obstáculos que constituyen un impedimento para la plena comunión entre las Iglesias.

 

…En nombre de Cristo, déjense reconciliar con Dios”

 

“En nombre de Cristo” quiere decir “en su lugar”. Haciendo sus veces, viviendo con El y como El, amémonos como El nos ha amado, sin cerrarnos y sin prejuzgar, sino abiertos para acoger y apreciar los valores positivos del prójimo, dispuestos a dar la vida los unos por los otros. Este es el mandamiento de Jesús por excelencia, el distintivo de los cristianos, tan válido hoy como en tiempos de los primeros discípulos de Cristo.

Vivir esta Palabra significa convertirse en reconciliadores.

De este modo, cada uno de nuestros gestos, cada una de nuestraspalabras, cada una de nuestras actitudes, si están impregnadas deamor, serán como las de Jesús. Seremos, como El, portadores dealegría y esperanza, de concordia y de paz, es decir, del mundo reconciliado con El (cf 2 Cor 5,19) que espera toda la creación.

14 marzo 2014 – 6º Aniversario del fallecimiento de Chiara Lubich

Gratitud

14 marzo 2014 – 6º Aniversario del fallecimiento de Chiara Lubich
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Un texto poético de Chiara Lubich en el que desvela su inmensa gratitud a Dios que, con su amor infinito, entró dulcemente en su vida “más que el aire en sus pulmones”.
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Te quiero

no porque he aprendido a decírtelo,

no porque el corazón me sugiera esta palabra,

tampoco porque la fe me haga creer que eres amor,

ni siquiera solamente porque has muerto por mí.

Te quiero

porque has entrado en mi vida

más que el aire en mis pulmones,

más que la sangre en mis venas.

Has entrado donde nadie podía entrar,

cuando nadie podía ayudarme,

cada vez que nadie podía consolarme.

Todos los días te he hablado.

Todas las horas te he mirado,

y en tu rostro he leído la respuesta,

en tus palabras la explicación,

en tu amor la solución.

Te quiero

porque durante muchos años has vivido conmigo

y yo he vivido de ti.

He bebido de tu ley

y no me había dado cuenta de ello.

Me he nutrido de ella, me he robustecido,

me he repuesto,

pero lo ignoraba,

como el niño que bebe de la madre

y todavía no sabe llamarla

con ese dulce nombre.

Concédeme estarte agradecida

–al menos un poco–

durante el tiempo que me queda,

por este amor que has derramado en mí

y que me ha obligado a decirte:

te quiero.

Chiara Lubich

Publicado en La doctrina Espiritual, Editorial Ciudad Nueva, Buenos Aires 2005, pág. 174-175

Palabra de Vida de febrero

Palabra de Vida de febrero

Por Chiara Lubich

 

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Descarga en PDF: PdV201402

«Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios»

(Mt 5, 8)

La predicación de Jesús se abre con el sermón de la montaña. Ante el lago de Tiberiades, en una colina cerca de Cafarnaún, sentado, como solían hacer los maestros, Jesús anuncia a la muchedumbre cómo es el hombre de las bienaventuranzas. Ya en el Antiguo Testamento había resonado varias veces la palabra «bienaventuranza», es decir, la exaltación de quien cumplía de distintos modos la Palabra del Señor.

Las bienaventuranzas de Jesús evocan en parte las que los discípulos ya conocían; pero ahora oían por primera vez que los puros de corazón no sólo eran dignos de subir al monte del Señor, como cantaba el salmo (cf. Sal 24, 4), sino que incluso podían ver a Dios. ¿Qué pureza era esa tan alta como para merecer tanto? Jesús lo explicaría varias veces a lo largo de su predicación. Por ello, tratemos de seguirlo para beber en la fuente de la auténtica pureza.

 

«Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios».

 

Ante todo, según Jesús, hay un medio excelente de purificación: «Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he anunciado» (Jn 15, 3). No son los ejercicios rituales los que purifican el alma, sino su Palabra. La Palabra de Jesús no es como las palabras humanas; en ella está presente Cristo, así como está presente de otro modo en la Eucaristía. Por ella Cristo entra en nosotros siempre que la dejemos actuar, nos hace libres del pecado y, por tanto,puros de corazón.

Así pues, la pureza es fruto de vivir la Palabra, todasesas Palabras de Jesús que nos liberan de los llamadosapegos, en los que caemos sin remedio si no tenemos el corazón en Dios y en sus enseñanzas. Pueden referirse a las cosas, a las criaturas o a uno mismo. Pero si el corazón está atento solo a Dios, todo el resto cae.

Para salir airosos de esta empresa puede ser útilrepetir durante el día a Jesús, a Dios, esa invocación del salmo que dice: «Señor, tú eres mi único bien» (cf. Sal 16, 2). Repitámoslo a menudo, y sobre todo cuando algún apego quiera arrastrar nuestro corazón hacia esas imágenes, sentimientos y pasiones que pueden ofuscar la visión del bien y quitarnos la libertad.

Cuando nos apetezca mirar ciertos carteles publicitarios o ver ciertos programas de televisión, ¡no! Digámosle: «Señor, tú eres mi único bien», y este será el primer paso para salir de nosotros mismos y volver a declararle a Dios nuestro amor. Y así habremos ganado en pureza.

¿Nos percatamos a veces de que una persona o una actividad se interponen, como un obstáculo, entre Dios y nosotros y empañan nuestra relación con Él? Entonces es el momento de repetirle: «Señor, tú eres mi único bien». Esto nos ayudará a purificar nuestras intenciones y a recobrar la libertad interior.

 

«Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios».

 

Vivir la Palabra nos hace libres y puros porque es amor. El amor es lo que purifica con su fuego divino nuestras intenciones y toda nuestra intimidad, pues elcorazón, según la Biblia, es la sede más profunda de la inteligencia y de la voluntad.

Pero hay un amor que Jesús nos recomienda y que nos permite vivir esta bienaventuranza: el amor recíproco, el amor de quien está dispuesto a dar la vida por los demás, a ejemplo de Jesús. Este crea una corriente, un intercambio, un clima cuya nota determinante es precisamente la transparencia, la pureza, por la presencia de Dios, que es el único que puede crear en nosotros un corazón puro (cf. Sal51, 12). Si vivimos el amor mutuo, la Palabra produce sus efectos de purificación y santificación.

El individuo aislado es incapaz de resistir largo tiempo a las instigaciones mundanas, mientras que en el amor recíproco encuentra el ambiente sano capaz de proteger su pureza y toda su existencia cristiana auténtica.

 

«Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios».

 

Y aquí está el fruto de esta pureza que siempre hay que reconquistar: que se puede ver a Dios, es decir, comprender su acción en nuestra vida y en la historia, oír su voz en el corazón, captar su presencia allí donde está: en los pobres, en la Eucaristía, en su Palabra, en la comunión fraterna, en la Iglesia.

Es un modo de saborear la presencia de Dios ya desde esta vida, «caminando en fe y no en visión» (cf. 2 Co5, 7), hasta que veamos «cara a cara» (1 Co 13, 12) eternamente.

 

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¿Qué es para ti la Navidad?

¿Qué es para ti la Navidad?

Chiara Lubich (25 diciembre de 1973)

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En un artículo publicado el 25 de diciembre de 1973 en Città Nuova, el periodista Spartaco Lucarini pregunta a catorce personajes de todo tipo: ¿Qué es para ti la Navidad?
Esta es la respuesta de Chiara Lubich

 

 

Navidad – fiesta del nacimiento de Jesús – es para mí la respuesta de Dios y de la Iglesia a una necesidad del alma: sentir que se me repite cada año, por el recuerdo de este hecho tan delicado, tan alto, simple y abismal, que Dios me ama.
Sí, si en mi existencia puedo realizar las más profundas aspiraciones es sólo porque Dios me ha mirado también a mí, como a todos, y se ha hecho hombre para darme la ley de la vida que, como luz en el camino, me hace avanzar segura hacia el destino común.

Pero para mí, la Navidad no es sólo un recuerdo aunque esté lleno de significado. Es una invitación a trabajar para volver a poner en medio de la sociedad en la que vivo la presencia de Cristo, que está allí donde dos o más están unidos en su nombre: como una Navidad espiritual de cada día, en las casas, en las fábricas, en las escuelas, en los edificios públicos…

Además, este día natalicio me abre el corazón a toda la humanidad. Su calor supera el mundo cristiano y parece invadir toda la tierra, señal de que aquel Niño ha venido para todos. En efecto su programa es que todos sean uno.

Por otra parte en cada Navidad me pregunto: ¿cuántas Navidades veré todavía en mi vida? Este interrogante que no tiene respuesta me ayuda a vivir cada año como si fuera el último, en una espera más consciente de mi día natalicio: es decir, el día que marcará para mí el comienzo de la vida que no tiene ocaso.

Chiara Lubich

Se inicia el proceso de Canonización de Chiara Lubich

Se inicia el proceso de Canonización de Chiara Lubich

7 diciembre 2013
El Movimiento de los Focolares solicita al Obispo de Frascati la apertura de la causa de canonización de Chiara Lubich.

Hoy 7 de diciembre de 2013, 70 aniversario del Movimientos, nos ofrece la oportunidad de presentar a la Iglesia nuestra petición oficial para la introducción de la causa de canonización de Chiara Lubich“.

Con estas palabras Maria Voce ha anunciado la inminente presentación al Obispo de Frascati, Mons. Raffaello Martinelli, de la solicitud formal de inicio de la causa de canonización de Chiara Lubich. La fundadora de los Focolares murió el 14 de marzo de 2008 en Rocca di Papa.

Este hecho –ha dicho Maria Voce- nos invita a todos a una santidad todavía más grande, a construir esta santidad día tras día en nuestra vida para contribuir a destacar esa santidad colectiva, santidad de pueblo a la que Chiara tendía”.

Desde la fecha de su muerte y desde varios lugares del mundo, personas de todo tipo, católicos y pertenecientes a otras iglesias, religiones y culturas, vienen expresando el deseo de que tal consulta con respecto a Chiara Lubich, sea expresada. Un reconocimiento como este podrá animar en muchos un posterior y personal empeño espiritual y moral por el bien de la humanidad.

La solicitud ha sido firmada hoy, precisamente en la fecha en que se celebra el setenta aniversario de la fundación del Movimiento de los Focolares, con la presencia de numerosos focolarinos y focolarinas reunidos en Castel Gandolfo para su encuentro anual, será presentada y después considerada por la autoridad eclesiástica competente, según la modalidad establecida por el derecho y la práctica de la Iglesia.

Es normal en la Iglesia católica, de hecho, presentar a los propios fieles -como estímulo de vida cristiana- figuras de personas que se han distinguido por un especial testimonio de fe y de amor hacia Dios. Esto sucede tras un proceso canónico de verificación sobre la vida, las virtudes heróicas y sobre la fama de santidad, que se inicia transcurridos al menos cinco años desde su muerte.

En marzo de 2013 Giancarlo Falleti, co-presidente del Movimiento de los Focolares, concedió unaentrevista a la revista Ciudad Nueva en la que hablaba de la posibilidad y del significado de la introducción de la causa de canonización per Chiara Lubich.

Más información sobre el procedimiento habitual en la Sanctorum Mater: Instrucción sobre el procedimiento instructorio diocesano o eparquial en las causas de los santos.

70 años del movimiento de los Focolares (6º día)

Un pueblo / 70 años en 7 días (6)

6 diciembre 2013
Ya Juan Pablo II calificó al Movimiento como un pueblo, el pueblo de la sonrisa.

Y en palabras de Michele Zanzucchi –periodista, autor de numerosos libros y enviado especial de Città Nuova para cubrir los viajes por todo el mundo de la fundadora de los Focolares- “el Movimiento de los Focolares es un pequeño pueblo formado por varios millones de personas que han decidido libremente, de los modos y en los tiempos más variados, aportar su ladrillo a la construcción de la fraternidad universal. Esto era y esto es el Focolar: un pueblo con su propia visión del mundo, su Weltanschauung, su ‘método’ evangélico de estar en el mundo. Un pueblo nacido del Evangelio”. (1)

Un pueblo, además, que se incultura y hace uno con las tradiciones del lugar en que se encuentra; pero que también lleva la cultura del Evangelio, del mismo modo que Jesús la trajo a la tierra.

Un pueblo que vive y hace fiesta juntos. Como con las conexiones mundiales que tienen lugar actualmente cada dos meses. Cuando surgieron eran cada quince días; después pasaron a ser mensuales. En ellas se comparten los desafíos y las alegrías, además de un pensamiento espiritual para vivir todos al mismo tiempo.

O las múltiples iniciativas promovidas como Movimiento y que muestran cómo se vive la espiritualidad de la unidad en los diferentes ámbitos: en la familia con el Familyfest, entre los jóvenes con el Genfest, entre los chicos con el Supercongreso , entre los sacerdotes,… O iniciativas desarrolladas a cuerpo con otras realidades, como Juntos por Europa.

Un pueblo que quiere llegar a los confines de la tierra involucrando a todos, haciendo a todos protagonistas de la construcción de la fraternidad. Un pueblo con las características que Chiara Lubich definió el 25 de diciembre de 1973 en lo que se ha venido llamando su testamento:

Si hoy tuviera que dejar esta tierra y me pidiesen una última palabra para expresar nuestro Ideal, os diría –segura de que comprenderéis en el sentido más exacto– “Sed una familia”.
¿Hay, entre vosotros, quienes sufren pruebas espirituales o morales? Comprendedlo cómo y más que una madre, iluminadlos con la palabra o con el ejemplo. No dejéis que le falte, es más, incrementad alrededor de ellos el calor de la familia.
¿Hay entre vosotros quienes sufren físicamente? Que sean los hermanos predilectos. Sufrid con ellos. Tratad de comprender hasta el fondo sus dolores. Hacedlos partícipes de los frutos de vuestra vida apostólica, para que sepan que ellos han contribuido más que demás.
¿Hay quien muere? Imaginaos que estáis vosotros en su lugar, y haced cuanto desearíais que os hicieran a vosotros hasta el último instante.
¿Hay alguien que goza por un logro o por cualquier motivo? Gozad con él para que su consolación no se vea entristecida y el ánimo no decaiga, sino que la alegría sea de todos.
¿Hay alguien que se va? Dejadlo marchar, no sin antes haberle llenado el corazón de una sola herencia: el sentido de la familia, para que lo lleve adonde lo hayan destinado.
No antepongáis nunca ninguna actividad de ningún tipo, ni espiritual ni apostólica, al espíritu de familia con los hermanos con los que vivís.
Y adonde vayáis para llevar el ideal de Cristo…lo mejor que podréis hacer es tratar de crear con discreción, con prudencia, pero con decisión, el espíritu de familia, que es un espíritu humilde, que quiere el bien de los demás, que no se envanece…; que es, en fin, la caridad verdadera, completa.
Concluyendo, si yo tuviera que separarme de vosotros, dejaría que Jesús en mí os repitiera: “Amáos mutuamente….para que todos sean uno”. (2)

70 años del movimiento de los Focolares (5º día)

Cultura / 70 años en 7 días (5)

5 diciembre 2013
La de los Focolares es una vida que abarca todas las facetas del ser humano, incluida también la cultural.

Chiara Lubich tenía una gran pasión: el estudio. Es muy conocido el episodio en el que deja sus libros en la buhardilla para seguir a Dios y al Movimiento que estaba naciendo. Pero el carisma a ella confiado estaba destinado a florecer también en el aspecto cultural, como lo demuestran no sólo los numerosos premios  recibidos, sino los centenares de estudios publicados, y su influencia en numerosos campos de la cultura.

En 1990 nace la Escuela Abbá, un Centro de Estudios interdisciplinario desarrollado con la aportación del Obispo Klaus Hemmerle, conocido teólogo y filósofo, y de algunos focolarinos docentes del ámbito universitario. Tiene como finalidad la de profundizar en el Carisma de la Unidad desde varios puntos de vista.

Chiara Lubich el 9 de junio del 2000 decía:

“Desde los primeros tiempos de nuestro Movimiento siempre hemos tenido la conciencia de que el Carisma de la Unidad contiene una cultura propia, que es al mismo tiempo hija de la tradición cristiana, y nueva, por la luz que contiene el Carisma.

Pero ha sido el crecimiento del pueblo de la unidad, la expansión del Ideal fuera de las mismas estructuras del Movimiento de los Focolares, que ha puesto de relieve las características de esta cultura y que ha hecho necesario su estudio doctrinal: teológico, pero también filosófico, político, económico, psicológico, artístico, etc. Esto es lo que está haciendo lo que nosotros llamamos la Escuela Abbá.”

El Movimiento de los Focolares es una realidad espiritual que ilumina el mundo a su alrededor a través de las personas que lo integran, pero también en su conjunto. Y lo hace a través de inundaciones de luz -para usar una expresión de Juan Crisóstomo- con las cuales envía esta luz a los distintos aspectos de la cultura de hoy. Son inundaciones que sólo siguen siendo tales si están constantemente animadas, inundadas por la luz que proviene del don de Dios, so pena de recaer en el pensamiento o la acción puramente humanos.

Se producen por un diálogo muy particular: el diálogo con la cultura, un diálogo con los distintos campos del saber y de la vida humana, como el de la política, la economía, la sociología, las ciencias humanas y naturales, el deporte, la comunicación, laeducación, la psicología, la filosofía, el arte, la salud y la ecología, el derecho, entre otros.

Chiara Lubich habló en bastantes ocasiones sobre este diálogo con la cultura y sus varios ámbitos,  como en el mensaje que a continuación reproducimos en parte, en el Voluntarifest celebrado en Budapest en septiembre de 2006:

“En el ámbito económico, por ejemplo, nuestro carisma -por el amor recíproco que difunde entre todos- provoca espontáneamente, entre quienes lo viven, una comunión de bienes a nivel mundial, que emula la de los primeros cristianos de quienes está escrito que «Ninguno padecía necesidad» (Hch 4,34). Con esta finalidad que nació el proyecto de una Economía de comunión, en la libertad, naturalmente, que es puesta en práctica por unas 800 empresas en las cuales 1/3 de las utilidades se destina a los indigentes.

Cuando Jesús tome en sus manos las redes del mundo económico –y esto sucederá a medida que se multipliquen aquellos que, sabiamente, ponen la propia humanidad a su disposición- podremos ver florecer la justicia y asistir a esa masiva distribución de los bienes que el mundo necesita con urgencia.

En el campo de las comunicaciones, siempre nos pareció un signo de la providencia de Dios el actual desarrollo de los potentes medios de comunicación social, que favorecen la unidad de la familia humana.

Pero es evidente que estos medios por sí solos no son suficientes para unir a los pueblos y a las personas. Es necesario que sean puestos al servicio del bien común y que quienes los usan estén animados por el amor.

Y es en este punto que nuestro carisma tiene mucho que decir, que dar, porque difunde el amor verdadero en los corazones, enseña el arte de comunicar, que es el arte del «no ser» para saber recibir (acoger al otro, las noticias, todo) y también para saber dar (hablar, escribir en el momento y en el modo más oportuno) siendo el amor.

Y con esto se crea distribución, participación, comunión.

Cuando los profesionales de la comunicación hagan callar su yo para dejar espacio al Espíritu de Dios en ellos, los medios de comunicación demostrarán su capacidad de multiplicar el bien hasta el infinito y sus operadores realizarán su vocación de ser instrumentos de unidad al servicio de toda la humanidad.

Y con respecto al ámbito de la política: el carisma de la unidad lo ilumina más que a ningún otro campo.

¿Acaso no es tarea de la política lograr componer en unidad, en la armonía de un único proyecto, la multiplicidad, las legítimas aspiraciones de los integrantes de la sociedad? Y el político, por su función de «mediador» entre las partes sociales, ¿no tendría que sobresalir en el arte del diálogo y de la identificación con todos?

Nuestra espiritualidad, que es eminentemente colectiva, enseña este arte que es el arte de amar hasta el punto de generar la unidad.

Los políticos que la viven, sean del partido que sean, eligen anteponer el amor entre ellos a cualquier otro compromiso o interés, y haciendo así pueden establecer, no sin esfuerzo, la presencia de Jesús en medio de ellos.

Y Jesús, que es luz para el mundo, valoriza todo lo verdadero que puede haber en los distintos puntos de vista, e ilumina, evidencia el bien común y da la fuerza para perseguirlo.

La experiencia de nuestro Movimiento Político por la Unidad lo atestigua, como está sucediendo en Europa y en varios países de América Latina.

Pero el bien que surgirá de este carisma será todavía mayor cuando muchos políticos tengan el coraje de poner sus personas, y las facultades que les han sido conferidas, al servicio del fin último que es Dios.

Entonces sí que podremos tener la esperanza de ver la realización de ese amor recíproco entre los pueblos que trae consigo la paz y la solución de muchos problemas que todavía hoy oprimen a la humanidad.

Estos son algunos ejemplos, que se podrían extender a otros campos”.

70 años del Movimiento de los Focolares (3º día)

Un ideal para todos / 70 años en 7 días (3)

3 diciembre 2013
Continuamos destacando algunos momentos de la historia de los Focolares

Siguen pasando los años y la vida en comunión se difunde por todas partes; a principios de los sesenta una decena de focolarinos se instala más allá del telón de acero.  En 1961 el espíritu del movimiento penetra entre los hermanos cristianos no católicos. En 1967 nace la segunda generación del movimiento; a continuación llegará la tercera, la cuarta y la quinta. Nacen el Gen Rosso y el Gen Verde, los movimientos Familias Nuevas y Humanidad Nueva,…  la vida del evangelio llega a muchos lugares y se traduce en amor concreto a cada persona necesitada.

En junio de 1967 el patriarca ecuménico de Constantinopla, Atenágoras I, invita a Chiara a Estambul:

“Me recibió como si me conociera de siempre. ‘La estaba esperando’, exclamó, y quiso que le contara los contactos del movimiento con luteranos y anglicanos. ‘Es algo grande conocerse –comentó-; hemos vivido aislados, sin tener hermanos, sin tener hermanas durante muchos siglos, como huérfanos. Los primeros diez siglos del cristianismo fueron para los dogmas y la organización de la Iglesia. En los diez siglos siguientes tuvimos los cismas, la división. La tercera época, ésta, es la del amor’. Me pidió mantener el contacto. (…) Lo que me impresionó fue su figura (…) y sobre todo su corazón: un corazón grande, tan profundamente humano que suscitó en mí la pregunta de cuántos más había conocido así en mi vida.” (1)

Las entrevistas se sucedieron, hasta mantener un total de veinticinco. La relación estrecha continuó con el patriarca Demetrio I y con el actual, Bartolomé I, quien fue a visitar a Chiara al hospital poco antes de su muerte.

Nacen y se profundizan relaciones con todo tipo de personas. Como solía decir Chiara, “todos son candidatos a la unidad”. La fraternidad universal cada día está más cerca.

1. FONDI, E.M y ZANZUCCHI, M.: Un pueblo nacido del Evangelio. Madrid: Ciudad Nueva, 2005 – p. 354

70 años del movimiento de los Focolares (2º día)

La difusión / 70 años en 7 días (2)

2 diciembre 2013
“Mira, yo soy un alma que pasa por este mundo. He visto muchas cosas bellas y buenas, y sólo estas me han atraído siempre. Un día que no puedo precisar, vi una luz. Me pareció más bella que las demás cosas bellas y la seguí. Me di cuenta de que era la Verdad”.

Chiara sigue esta luz y le siguen muchas personas. En pocos meses, ya son quinientos en Trento y sus alrededores los que viven manifestando que Dios es Amor. ¿Cómo lo ponen en práctica?: ponen todo en común, viven el Evangelio y descubren que es cierto, palabra por palabra.

Jóvenes, adultos, niños, laicos, sacerdotes… personas de todo tipo conocen y se suman a este nuevo estilo de vida. Cada uno va descubriendo su propia vocación. Nacen las mariápolis y todo tipo de ocasiones  para compartir la vida en comunión e ir adelante. En sus quince primeros años, el Movimiento se difunde por toda Italia y Europa. En 1958 comienza su andadura por todos los continentes.

Para estar todos en contacto e ir adelante juntos, uno de los puntales del Movimiento, nace Ciudad Nueva: el instrumento que mantiene a todos informados de lo que están haciendo. “Las noticias de los hermanos son un potentísimo cemento de unión” –escribió Chiara Lubich-. Si faltara la circulación de las noticias, decrecería la vida espiritual. De hecho, las noticias son un elemento de estímulo recíproco y de mutua edificación”. Rápidamente empiezan a distribuirse traducciones en varios idiomas, evolucionando hasta la actualidad, con 22 casas editoriales y 37 ediciones de la revista.

En 1956 en Hungría se viven momentos trágicos; se reprimen violentamente los ideales de libertad de todo un pueblo. Pío XII dirige al mundo una dolorosa llamada: “Dios, Dios, Dios,…”, para hacer resonar “el nombre de Dios en las plazas, en las casas, en los talleres…”.

Chiara acoge ese grito y parece ser su eco cuando afirma: “Se necesitan auténticos discípulos de Jesús en el mundo. Discípulos que, voluntariamente, lo sigan. Un ejército de voluntarios, porque el amor es libre (…) Una sociedad que de testimonio de un único nombre: Dios”.

La respuesta es inmediata: empleados, médicos, enfermeros, obreros, políticos, profesores, empresarios, etc. Quieren ser estos “Voluntarios de Dios”. Se trata de hombres y mujeres, casados o no –explica Doriana Zamboni-, llamados a santificarse en medio de sus actividades terrenas específicas, y laicos (con toda la riqueza y la dignidad que el Vaticano II atribuiría unos años más tarde a este término). Son representativos de toda condición humana y pertenecen a todas las categorías sociales, y desempeñan las más variadas profesiones. Viven la misma espiritualidad de la unidad en sus casas y en sus tareas en la sociedad. Tienen el compromiso de dar un alma a la sociedad y contribuir así a la renovación de hombres y estructuras”(2).

La vida de estos Voluntarios de Dios hace nacer el Movimiento Humanidad Nueva, su expresión social.

En 2006 celebran sus cincuenta años de historia. Ante once mil de ellos, presentes en Budapest, Chiara subraya nuevamente su vocación, llamándolos a responder a los retos de la acutalidad porque “el mundo tiene necesidad de personas creíbles, constructoras de una humanidad nueva en los varios ámbitos de la sociedad”. Y concluye: “Apunten a realizar el proyecto de Dios sobre la humanidad: la fraternidad universal”.

1. De una carta de los años 40
2. FONDI, E.M y ZANZUCCHI, M.: Un pueblo nacido del Evangelio. Madrid: Ciudad Nueva, 2005 – p. 267

Palabra de Vida de diciembre

Palabra de Vida de diciembre

Por Chiara Lubich

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Descarga la versión en .ppt: PdV201312

«Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos».

Estas palabras son una de esas expresiones, habituales en san Pablo, en las que desea y al mismo tiempo pide al Señor gracias especiales para sus comunidades (cf. Ef 3, 18; Flp 1, 9; etc.).

Aquí pide para los tesalonicenses la gracia de un amor recíproco siempre creciente, rebosante. No se trata de un velado reproche, como si el amor recíproco estuviese ausente de su comunidad, sino más bien de un reclamo a una ley connatural en el amor: crecer constantemente.

«Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos».

Ya que el amor es el centro de la vida cristiana, si no progresa, toda la vida del cristiano se resiente, languidece y hasta puede apagarse.

No basta con haber entendido en su luminosidad el mandamiento del amor al prójimo, y tampoco con haber experimentado con entusiasmo sus impulsos y su ímpetu al comienzo de nuestra conversión al Evangelio. Es necesario hacerlo crecer manteniéndolo siempre vivo, activo, operante. Y esto sucederá si sabemos acoger cada vez con mayor prontitud y generosidad las distintas ocasiones que la vida nos ofrece cada día.

«Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos».

Para san Pablo, las comunidades cristianas deberían tener la lozanía y el calor de una verdadera familia.

Así se comprende la intención del apóstol de poner en guardia contra los peligros que más frecuentemente las amenazan: el individualismo, la superficialidad, la mediocridad.

Pero san Pablo quiere prevenir también contra otro peligro estrechamente ligado al anterior: el de abandonarse a una vida ordenada y tranquila pero encerrada en sí misma.

Él quiere comunidades abiertas, ya que es propio de la caridad amar a los hermanos de fe y, al mismo tiempo, ir hacia todos, ser sensibles a los problemas y a las necesidades de todos. Es propio de la caridad saber acoger a cualquier persona, construir puentes, captando lo positivo y uniendo nuestros propios deseos y esfuerzos de bien a los de quienes muestran buena voluntad.

«Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos».

¿Cómo viviremos entonces la Palabra de vida de este mes? Procurando también nosotros crecer en el amor mutuo en nuestras familias, en nuestro ambiente de trabajo, en nuestras comunidades o asociaciones eclesiales, parroquias, etc.

Esta Palabra nos pide una caridad rebosante, es decir, una caridad que sepa superar las medidas mediocres y las distintas barreras que proceden de nuestro sutil egoísmo. Bastará con pensar en ciertos aspectos de la caridad (tolerancia, comprensión, acogida recíproca, paciencia, disposición de servicio, misericordia con las auténticas o presuntas faltas de nuestro prójimo, compartir los bienes materiales, etc.) para descubrir muchas ocasiones de vivirla.

Y luego, es evidente que si en nuestra comunidad se da este clima de amor recíproco, su calor irradiará inevitablemente hacia todos. Incluso quienes aún no conocen la vida cristiana percibirán su atractivo, y muy fácilmente, casi sin darse cuenta, se verán envueltos hasta sentirse parte de una misma familia.

 

Palabra de vida publicada en Ciudad Nueva n. 304 (11/1994), p. 33.

Palabra de Vida de Julio

Palabra de Vida de Julio

Por Chiara Lubich

 

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Presentación en PPT: Palabra de Vida Julio 2013
«Toda la ley se cumple en una sola frase: amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Ga 5, 14).

Estas palabras de Pablo, el Apóstol, son breves, estupendas, lapidarias, clarificadoras.

Nos dicen cuál debe ser la base del comportamiento cristiano, lo que debe inspirarlo siempre: el amor al prójimo.

El Apóstol ve en la práctica de este mandamiento el pleno cumplimiento de la ley, la cual dice: no cometerás adulterio, no robarás, no desearás… Y ya se sabe que quien ama no hace nada de esto: quien ama no mata, no roba…

 

«Toda la ley se cumple en una sola frase: amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Pero quien ama no sólo evita el mal. Quien ama se abre a los demás, quiere el bien, lo hace, se entrega: llega a dar la vida por la persona amada.

Por eso Pablo escribe que amando al prójimo no sólo se observa la ley, sino que se alcanza «la plenitud» de la ley.

«Toda la ley se cumple en una sola frase: amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Si toda la ley consiste en amar al prójimo, hay que considerar los demás mandamientos como medios para iluminarnos y guiarnos para saber encontrar en las intrincadas situaciones de la vida el camino para amar a los demás; hace falta saber leer en los demás mandamientos la intención de Dios, su voluntad.

Él quiere que seamos obedientes, castos, contenidos, mansos, misericordiosos, pobres… para practicar mejor el mandamiento de la caridad.

«Toda la ley se cumple en una sola frase: amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Nos podríamos preguntar: ¿cómo es posible que el Apóstol omita hablar del amor a Dios?

La cuestión es que el amor a Dios y al prójimo no compiten entre sí; al contrario, el uno, el amor al prójimo, es expresión del otro, del amor a Dios. Pues amar a Dios significa hacer su voluntad, y su voluntad es que amemos al prójimo.

«Toda la ley se cumple en una sola frase: amarás a tu prójimo como a ti mismo».

¿Cómo poner en práctica esta Palabra?

Está claro: amando al prójimo, amándolo de verdad. Lo cual significa: donarnos a él, pero donarnos desinteresadamente.

No ama quien manipula a su prójimo en función de sus propios fines, aunque sean de lo más espiritual, como por ejemplo hacerse santo. Tenemos que amar al prójimo, no a nosotros mismos.

Sin embargo, es indudable que quien ama así se hace santo de verdad; será «perfecto como el Padre», porque habrá cumplido lo mejor que podía hacer: ha entendido bien la voluntad de Dios, la ha puesto en práctica; ha observado plenamente la ley.

Y ¿no es cierto que al final de la vida se nos examinará únicamente sobre el amor?

CHIARA LUBICH

Publicada en Ciudad Nueva n. 179 (6/1983), p. 30.

Palabra de vida de junio

Palabra de vida de junio 2013

Por Chiara Lubich

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Descarga el PPT: PdV201306

«Pero si obrando el bien soportáis el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios» (1 P 2, 20) .

El apóstol Pedro está instruyendo a sus comunidades sobre el espíritu genuino del Evangelio en sus aplicaciones concretas, con especial referencia a la condición y al estado de vida al que cada cual pertenece.

Aquí se dirige a los esclavos que se han convertido a la fe, quienes, como todos los esclavos en la sociedad de entonces, sufrían incomprensiones y maltratos completamente injustos. Es-tas palabras van dirigidas por extensión a todas las personas que en cualquier tiempo y lugar tienen que sufrir incomprensiones e injusticias por parte de sus prójimos, sean éstos supe-riores o iguales.

«Pero si obrando el bien soportáis el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios».

 

A estas personas el apóstol les recomienda que no cedan a la tentación instintiva que podría surgir en semejantes situaciones, sino que imiten el comportamiento de Jesús. Incluso los exhorta a responder con amor y a ver en esas dificultades e incomprensiones una gracia, es decir, una ocasión permitida por Dios para dar prueba del auténtico espíritu cristiano. Ade-más, de este modo, mediante el amor, podrán llevar hasta Cristo a quien no los comprende.

«Pero si obrando el bien soportáis el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios».

Algunas personas, partiendo de estas palabras o de otras similares, quisieran acusar al cris-tianismo de favorecer una excesiva sumisión, que adormecería las conciencias y las haría me-nos activas en la lucha contra las injusticias.

Pero no es así. Si Jesús nos pide que amemos a quienes no nos entienden y nos maltratan, no es porque quiera hacernos insensibles a las injusticias; ¡al contrario! Quiere enseñarnos có-mo construir una sociedad verdaderamente justa. Esto se puede hacer difundiendo el espíritu del amor verdadero, empezando por ser nosotros los primeros en amar.

«Pero si obrando el bien soportáis el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios».

¿Cómo vivir, pues, la Palabra de vida de este mes?
También nosotros hoy podemos sentirnos incomprendidos y maltratados de muchos modos, empezando por la falta de delicadeza y los desprecios o también mediante juicios malévolos, ingratitudes, ofensas e injusticias en toda regla.

Pues bien: incluso en todas estas ocasiones debemos dar testimonio del amor que Jesús trajo a la tierra y tuvo por todos, es decir, también por quienes nos tratan mal.

La Palabra de este mes quiere que, aun defendiendo legítimamente la justicia y la verdad, no olvidemos nunca que nuestro primer deber como cristianos es amar al otro, es decir, tener con él esa actitud nueva de comprensión, acogida y misericordia que Jesús tuvo con noso-tros. De este modo, incluso aunque defendamos nuestras razones, nunca romperemos la re-lación, no cederemos a la tentación del resentimiento o de la venganza.

Y actuando así, como instrumentos del amor de Jesús, también nosotros seremos capaces de llevar a nuestro prójimo hasta Dios.

CHIARA LUBICH

Publicada en Ciudad Nueva n. 255 (5/1990), pp. 9-10.

Cita tomada, sólo en este caso, de la Biblia de Jerusalén en lugar de la Biblia de la CEE, más difícil de entender.

Palabra de vida de mayo 2013

Palabra de vida de mayo 2013

 

Queridos amigos,

les envío la Palabra de Vida de Chiara Lubich para este mes de mayo. Una vez más, este breve texto nos propone un desafío que nos deslumbra por su sencillez y por la altura espiritual a la que lleva. Al leerla hoy me doy cuenta de cuánto necesito crecer todavía en la confianza en mi Padre Dios, cuántas veces me quedo corto al no abandonarme a su providencia. Confío en que con su gracia este mes vendrá cargado de oportunidades para poner en práctica la Palabra que se nos propone y poder así dar los pasos que necesitamos para ir más confiadamente hacia Él.

¡Que sea así para todos!

 

Palabra de vida 

 

Versión PDF: PDVMayo2003

 

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«Dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante» (Lc 6, 38)


¿Alguna vez te ha sucedido que has recibido un regalo de un amigo y has sentido la necesidad de corresponder? ¿Y de hacerlo no para pagar una deuda, sino más bien por auténtico amor agradecido? Seguro que sí.

Si esto te sucede a ti, imagínate a Dios, a Dios que es Amor.

Él siempre responde a cualquier regalo que hagamos a nuestro prójimo en nombre de Él. Es una experiencia que los cristianos verdaderos viven muy a menudo. Y cada vez es una sorpresa: nunca llegamos a acostumbrarnos a la inventiva de Dios. Podría ponerte mil, diez mil ejemplos; podría escribir un libro. Así verías cuán cierta es esa imagen: «os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante», que indica la abundancia con que Dios corresponde, su magnanimidad.

«Dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante».

«Ya había caído la noche sobre Roma. Y en aquel pequeño semisótano el grupito de chicas que querían vivir el Evangelio se estaban dando las buenas noches. Pero sonó el timbre. ¿Quién sería a esas horas? Delante de la puerta había un hombre presa del pánico, desesperado: al día siguiente lo iban a desahuciar junto con su familia por no pagar el alquiler. Las chicas se miraron y, sin decirse nada, abrieron el cajón donde habían guardado en varios sobres lo que quedaba de sus sueldos y un depósito para los recibos del gas, del teléfono y de la luz. Se lo dieron todo a aquel hombre sin hacer razonamientos, y esa noche durmieron felices. Ya pensaría alguien en ellas. Pero aún no había amanecido cuando sonó el teléfono: “Voy ahora mismo en un taxi”, dijo la voz del hombre. Asombradas de que eligiese ese medio de transporte, las chicas lo esperaron. La cara del visitante indicaba que algo había cambiado: “Ayer por la noche, nada más volver a casa, me encontré con que había recibido una herencia que nunca habría imaginado. Y pensé que tenía que daros la mitad”. Era exactamente el doble de lo que habían dado generosamente».

«Dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante».

¿No te ha pasado también a ti? Si no es así, recuerda que hay que dar desinteresadamente, sin esperar nada a cambio, a cualquiera que pida.

Haz la prueba. Pero no lo hagas para comprobar el resultado, sino porque amas a Dios.

Me dirás: «Si yo no tengo nada».

No es verdad. Si queremos, tenemos tesoros inagotables: nuestro tiempo libre, nuestro corazón, nuestra sonrisa, nuestro consejo, nuestra cultura, nuestra paz, nuestra palabra para convencer a quien tiene de que dé a quien no tiene…

Me dirás entonces: «No sé a quién dar».

Mira alrededor de ti: ¿te acuerdas de aquel enfermo hospitalizado, de esa señora viuda siempre sola, de aquel compañero tan deprimido por los suspensos, de aquel joven sin trabajo, siempre tan triste, de tu hermano pequeño, que necesita ayuda, de ese amigo que está en la cárcel, de ese aprendiz inseguro? Cristo te espera en ellos.

Adopta ese comportamiento nuevo del cristiano que rezuma en todo el Evangelio y que es lo opuesto a encerrarse en uno mismo y a preocuparse. Renuncia a depositar tu seguridad en los bienes de la tierra y apóyate en Dios. Ahí se verá tu fe en Él, que pronto será confirmada por el regalo que Él te hará a su vez.

Como es lógico, Dios no se comporta así para enriquecerte o enriquecernos, sino para que otros, muchos otros, al ver los pequeños milagros que cosecha nuestro dar, hagan lo mismo.

Lo hace porque cuanto más tengamos, más podremos dar, y para que –como auténticos administradores de los bienes de Dios– pongamos todo en circulación en la comunidad que nos rodea, de modo que se pueda decir, como de la primera comunidad de Jerusalén: «Entre ellos no había necesitados» (Hch 4, 34).

¿No te parece que con ello contribuyes a dar un alma firme a la revolución social que el mundo espera?

«Dad y se os dará». Naturalmente, Jesús se refería en primer lugar a la recompensa que tendremos en el Paraíso, pero todo lo que sucede en esta tierra es ya preludio y garantía de aquélla.

Chiara Lubich

Comentada en 1978 y publicada en Ciudad Nueva 6/1978, pp. 16-17 y 10/2008, pp. 22-23.

La Palabra mariana: La Desolada

La Palabra mariana: La Desolada

Sábado IV de Pascua

 

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María a los pies de la cruz, en el desgarrador stabat que hace de ella un mar amargo de angustia, es la expresión más alta, en una criatura humana, de la heroicidad de todas las virtudes. Ella es la mansa por excelencia, la dócil, la pobre hasta la pérdida de su Hijo que es Dios, la justa que no se lamenta de ser privada de aquello que le pertenece por pura elección, la pura en el desapego afectivo, a toda prueba, de su Hijo Dios… En María Desolada se encuentra el triunfo de las virtudes de la fe y de la esperanza por la caridad que la iluminó durante toda su vida, y la inflamó, en aquel momento, en la participación tan viva de la Redención.

Con su desolación, que la reviste de todas las virtudes, María nos enseña a cubrirnos de humildad y de paciencia, de prudencia y de perseverancia, de sencillez y de silencio para que oscureciendo lo humano que tenemos, brille para el mundo la luz de Dios que habita en nosotros. María Dolorosa es la Santa por excelencia, un monumento de santidad al que todos los hombres que son y serán pueden mirar para aprender a revestirse de aquella mortificación que la Iglesia desde hace siglos enseña y que los santos, con matices distintos, han hecho resonar en todos los tiempos.

 

Chiara Lubich

PALABRA DE VIDA DE ABRIL

PALABRA DE VIDA DE ABRIL

Por Chiara Lubich

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«Hermanos, no os quejéis los unos de los otros» (St 5, 9)


Para entender mejor la Palabra de vida que se nos propone este mes, hay que tener en cuenta las circunstancias que dieron lugar a ella: los inconvenientes que se daban en las comunidades cristianas a las que iba dirigida la carta del apóstol Santiago. Se trataba de escándalos, discriminaciones sociales, un uso egoísta de la riqueza, explotación de los obreros, una fe a base de palabras más que de obras, etc. Todo ello originaba resentimiento y malhumor de unos con otros y creaba un estado de malestar en toda la comunidad.

«Hermanos, no os quejéis los unos de los otros».

Por lo que se ve, ya en la época apostólica se podía observar lo que también hoy vemos en nuestras comunidades: las mayores dificultades para vivir nuestra fe no suelen ser las que proceden de fuera, es decir, del mundo, sino las que provienen de dentro, de ciertas situaciones que allí se producen y de comportamientos de nuestros hermanos que no se ajustan al ideal cristiano. Y esto provoca una sensación de malestar, desconfianza y desánimo.

«Hermanos, no os quejéis los unos de los otros».

Pero si todas estas contradicciones e incoherencias más o menos graves tienen su raíz en una fe no siempre iluminada y en un amor aún muy imperfecto a Dios y al prójimo, la primera reacción del cristiano no tendrá que ser la impaciencia ni la intransigencia, sino la que Jesús enseña. Él reclama una paciente espera, comprensión y misericordia, que contribuye al desarrollo de esa semilla del bien que ha sido sembrada en nosotros, como explica la parábola de la cizaña (cf. Mt 13, 24-30.36-43).

«Hermanos, no os quejéis los unos de los otros».

Entonces, ¿cómo vivir la Palabra de vida de este mes? Ésta nos plantea un aspecto difícil de la vida cristiana. También nosotros formamos parte de distintas comunidades (la familia, la parroquia, la asociación, el lugar de trabajo, la comunidad civil), donde lamentablemente puede haber muchas cosas que a nuestro juicio no están bien: temperamento, punto de vista, modo de hacer de alguna persona, incoherencias que nos hacen sufrir y nos provocan reacciones de rechazo.

Pues ahí tenemos otras tantas ocasiones de vivir la Palabra de vida de este mes. Pongamos la tolerancia y la comprensión en el lugar de la murmuración o la condena, como sería nuestra reacción; luego, dentro de nuestras posibilidades, practiquemos también la corrección fraterna; y demos sobre todo un testimonio cristiano respondiendo a las eventuales faltas de amor o de compromiso con un mayor amor y compromiso por nuestra parte.

Chiara Lubich

Para recordar: cinco años de la partida al cielo de Chiara Lubich

Para recordar: Cinco años de la partida al cielo de Chiara Lubich

 

 

Hace cinco años Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, fue llamada a la casa de Dios. Hoy en el mundo entero se desarrollan homenajes y eventos para recordar su memoria, que permanece viva en la Obra fundada por ella y en el corazón de sus millones de seguidores de todas las edades, pueblos, religiones y estados de vida. Presentamos este breve vídeo para recordarla también desde aquí.

Palabra de vida febrero 2013

Palabra de vida febrero 2013

Por Chiara Lubich

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Queridos amigos,

¿Cómo han comenzado este año? ¿Qué tal las experiencias de la Palabra de Vida de enero: «Misericordia quiero y no sacrificios»?

Les cuento que yo he comenzado muy bien, determinado a vivir hasta el fondo esta Palabra. Así he podido hacer varias experiencias que me han unido mucho más a Dios y me han llenado de alegría. En muchos momentos, al encuentro con otras personas, me venía algún juicio o alguna mala disposición. Sin embargo, siento que Dios mismo me recordaba: «Misericordia quiero…» Entonces volvía en mí y me preguntaba: «¿Quién soy yo para juzgarlo?» Y de ese modo la relación se hacía más libre, más transparente. En muchas personas pude descubrir ese «regalo escondido» que Dios nos prepara en cada prójimo que nos hace encontrar: alguna virtud que no conocía, una nueva manera de apreciarle. Así me pasó, por ejemplo, con un compañero con el que tengo que trabajar en la Universidad. Cuando iniciamos los trabajos juntos quedé muy desconcertado porque este hombre cambiaba radicalmente sus opiniones ¡y también las decisiones que nos afectaban a varios! Lo primero que hice fue pensar: «Este tipo tiene personalidades múltiples y no podré llegar muy lejos con él». Así que comencé a buscar la manera de esquivarlo y no hacer muchas cosas juntos. Sin embargo, en este mes de enero me vi comprometido a ayudarle en algo que me pedía, además de seguir un consejo académico que me había dado… Recordé la Palabra de Vida y así me vacié de todo prejuicio y experiencia negativa que hubiese podido tener antes. Entendí que tenía que amarlo como él es, no como yo esperaría que fuera. De modo que le ayudé en lo que me pedía, aún cuando me generaba algunas complicaciones… Esa semana lo volví a encontrar en la Universidad y hablamos por un rato que ha resultado revelador: Efectivamente la relación había cambiado en mucho. Este hermano necesitaba a alguien en quien poder confiar.Me doy cuenta de que tiene muchas razones para verse agobiado por las responsabilidades. He encontrado un hermano, un amigo, una presencia concreta de Jesús. Me siento feliz porque me doy cuenta que también él lo ha encontrado en mí. La relación entre nosotros ha dado un salto de calidad y ya empezamos a ver los frutos positivos…

 

Ahora dos experiencias de otros amigos que nos cuentan cómo han vivido la Palabra de enero:

 

1.-     » … las experiencias las sigo con mucho interés, yo casi no tengo ninguna que aportar, sólo me digo: «me tengo que entregar a los demás, darme yo misma»; no es dar dinero, ni un poco de tiempo, darme yo, porque eso es lo que ÉL nos pide.
     Este fin de año pensábamos pasarlo los dos solitos en casa: mi hijo se iba a casa de los padres de la novia. De pronto nos llama una amiga algo triste para decirnos si podía pasar el fin de año con nosotros; estaba además pasando un mal momento y le dijimos: «sí, claro, nosotros encantados». Luego otra chica, muy joven por cierto, había tenido un grave problema con su pareja (que también conocíamos) y habían decidido separarse: ella estaba en la calle con una maleta, bajo la lluvia y llorando a mares, no sabía donde quedarse, sola sin familia; pues nada, a casa también (actualmente está con nosotros hasta que pueda arreglársela sola, menos mal que trabaja).
     Dijimos nosotros dos: «si esto es lo que TÚ nos envías, gente para ayudar, tenga el defecto que tenga, se haya equivocado o no, ahí estaremos nosotros para ayudar, sin juzgar y cuando se pueda, aconsejar con todo el amor posible».
     Ya ves, así hemos comenzado el año… «

 

2a.-   «…trabajo en caritas como voluntaria; al principio eran dos días a la semana, ahora es toda la semana. La trabajadora social está de baja. El día anterior me pongo en manos de Dios me propongo ver a Jesús en el hermano, y ya ese día también. Un día va una señora; después de escucharla, le pido unos papeles; me dice que no me entiende; se lo doy escrito y se lo explico; le digo que no pida cita y yo la atiendo el próximo miércoles. Llega con un papel del año anterior: se fue disgustada, y a los cinco minutos viene con el marido, que no respeta a nadie… me insulta, dice todo lo que se le ocurre… Le explico, se levanta de muy mal genio. Mi «hombre viejo» sale y me digo: «encima que me molesto, y me tratan así». Pero el Señor, que está siempre ahí, atento a todo y… vengo a casa, abro el correo y hay un correo de P.T. Una de las cosa que dice: «No hagas discriminación alguna entre las personas que tengas contacto contigo». Dije: «es verdad todos son hijos de Dios». A la semana siguiente fue ese hombre: lo traté como si le hubiera visto por primera vez; le digo: «buenos días, ¿qué tal está? ¿Qué quería? Él me dijo: «hablar con la trabajadora social». Ya le dije que no está. Él me contestó mal otra vez; le dije con una paz increíble: «puedo atenderle yo, espere cinco minutos». Cuando, bajé, ya se había ido. Volvió la semana siguiente, yo seguía con paz cuando le vi, le escuché a fondo, le dije que iba hacer lo que esté en mano. Al día siguiente, que había quedado con él, fue la esposa, me pidió perdón y él no sabía cómo darme las gracias…«

 

Bien, queridos amigos, espero que también muchos más estén viviendo a fondo la Plabra y nos hagan llegar pronto sus experiencias. Cuando las hacemos circular muchos más crecen espiritualmente y así vivimos lo que nos pide el Señor: «Animaos unos a otros para vuestra mutua edificación». Ahora la Palabra de Vida de Febrero…

 

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Palabra de Vida de Febrero

«Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida

porque amamos a los hermanos»

(1 Jn 3, 14)

 

Juan escribe a las comunidades cristianas fundadas por él en un momento de grave dificultad, pues comenzaban a proliferar herejías y falsas doctrinas en materia de fe y de moral, además del ambiente pagano en el que debían vivir los cristianos, duro y hostil al espíritu del Evangelio.

Queriendo ayudar a los suyos, el apóstol les indica el remedio radical: amar a los hermanos, vivir el mandamiento del amor recibido desde el principio, en el cual él ve resumidos todos los mandamientos.

Si actúan así, sabrán lo que es «la vida», es decir, profundizarán cada vez más en la unión con Dios, tendrán la experiencia de Dios Amor. Y si viven esta experiencia, serán confirmados en la fe y podrán hacer frente a todos los ataques, sobre todo en tiempo de crisis.

 

«Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos».

 

«Nosotros sabemos…». El apóstol se refiere a un conocimiento que procede de la experiencia. Es como si dijese: lo hemos comprobado, lo hemos palpado. Es la experiencia que los cristianos evangelizados por él hicieron al principio de su conversión; es decir, que al poner en práctica los mandamientos de Dios, en particular el mandamiento del amor a los hermanos, entramos en la vida misma de Dios.

Pero esta experiencia, ¿la conocen los cristianos de hoy? Sin duda saben que los mandamientos del Señor tienen una finalidad práctica. Jesús insiste continuamente en que no basta con escucharla, sino que hay que poner en práctica la Palabra de Dios (cf. Mt 5, 19; 7, 21; 7, 26).

Lo que no es evidente para la mayor parte de ellos –o porque no lo saben, o porque lo conocen de un modo puramente teórico, es decir, sin haber tenido la experiencia– es ese aspecto maravilloso de la vida cristiana que el apóstol pone de manifiesto: que cuando vivimos el mandamiento del amor, Dios toma posesión de nosotros, y un signo inconfundible es esa vida, esa paz, esa alegría que Él nos lleva a probar ya en esta tierra.      Entonces todo se ilumina, todo se vuelve armonioso; ya no hay separación entre la fe y la vida. La fe se convierte en la fuerza que compenetra y une entre sí todas nuestras acciones.

 

«Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos».

 

Esta Palabra de vida nos dice que el amor al prójimo es el camino regio que nos lleva a Dios. Puesto que todos somos hijos suyos, nada le importa más a Él que el amor a los hermanos. No le podemos dar una alegría más grande que la que le proporcionamos cuando amamos a nuestros hermanos.

Y dado que nos procura la unión con Dios, el amor fraterno es una fuente inagotable de luz interior, es fuente de vida, de fecundidad espiritual, de renovación continua. Impide que se formen en el pueblo cristiano gangrenas, esclerosis, estancamientos; en una palabra, «nos hace pasar de la muerte a la vida». En cambio, cuando falta la caridad, todo se marchita y muere. Y entonces se comprenden ciertos síntomas tan difundidos en el mundo en que vivimos: la falta de entusiasmo, de ideales, la mediocridad, el aburrimiento, el deseo de evasión, la pérdida de valores, etc.

 

«Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos».

 

Los hermanos de los que habla el apóstol son sobre todo los miembros de las comunidades de las que formamos parte. Si es verdad que tenemos que amar a todos los hombres, también es verdad que este amor nuestro debe comenzar por aquellos que habitualmente viven con nosotros, para luego extenderse a toda la humanidad. Es decir, debemos pensar ante todo en nuestros familiares, en nuestros compañeros de trabajo, en los miembros de la parroquia, de la asociación o comunidad religiosa a la que pertenecemos. El amor a los hermanos no sería auténtico ni ordenado si no partiese de aquí. Dondequiera que nos encontremos, estamos llamados a construir la familia de los hijos de Dios.

 

«Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos».

 

Esta Palabra de vida nos abre inmensas perspectivas. Nos empuja a la divina aventura del amor cristiano con consecuencias imprevisibles. Ante todo nos recuerda que en un mundo como el nuestro, en el cual se teoriza sobre la lucha, la ley del más fuerte, del más astuto, del que tiene menos escrúpulos, y donde a veces todo parece paralizarse por el materialismo y el egoísmo, la respuesta que hace falta es el amor al prójimo. Ésta es la medicina que lo puede sanar, pues cuando vivimos el mandamiento del amor no sólo se tonifica nuestra vida, sino que repercute en todo lo que tenemos alrededor; es como una ráfaga de calor divino que irradia y se propaga, penetrando en las relaciones entre personas y entre grupos y transformando poco a poco la sociedad.

Decidámonos, pues. Hermanos a los que amar en nombre de Jesús los tenemos todos, los tenemos siempre. Permanezcamos fieles a este amor y ayudemos a muchos otros a serlo. Así conoceremos en nuestra alma lo que significa la unión con Dios. La fe se reavivará, desaparecerán las dudas y no sabremos lo que es el aburrimiento. La vida será plena, plena.

Chiara Lubich