Mensaje del papa Francisco para Venezuela

Papa Francisco pide “reconciliación, paz y
concordia” para Venezuela

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En su audiencia de hoy miércoles 26 de febrero el papa Francisco tuvo palabras para nuestro país e hizo un Llamamiento a la paz en Venezuela.

“Sigo con particular preocupación cuanto está sucediendo en estos días en Venezuela. Deseo vivamente
que cesen lo antes posible las violencias y hostilidades y que todo el pueblo venezolano, a partir de los
responsables políticos e institucionales, actúen para favorecer la reconciliación nacional a través
del perdón recíproco y un diálogo sincero, respetuoso de la verdad y de la justicia, capaz de afrontar temas concretos para el bien común.
Mientras aseguro mi constante y férvida oración, en particular por los que han perdido la vida en los enfrentamientos y por sus familias, invito a todos los creyentes a elevar súplicas a Dios, por la materna
intercesión de Nuestra Señora de Coromoto, para que el País vuelva lo antes posible a la paz y a la concordia”

El nuevo nuncio en Venezuela será promotor de reconciliación y de paz

¿Cómo anunciar a Dios en esta sociedad que está en riesgo de permanecer sin Él, de alejarse de Él?»

El nuevo nuncio en Venezuela será promotor de reconciliación y de paz

El nuevo secretario de Estado, monseñor Parolí­n, presidió la ordenación episcopal de monseñor Aldo Giordano, que le sucede en la nunciatura de Venezuela
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Roma, 15 de diciembre de 2013 (Zenit.org)

El secretario de Estado vaticano, monseñor Pietro Parolín, presidió ayer sábado por la tarde la ordenación episcopal de monseñor Aldo Giordano, nombrado nuncio apostólico en Venezuela por el papa Francisco y que por lo tanto sucede a Parolín en su anterior cargo. Hasta ahora, monseñor Giordano ha sido observador Permanente ante el Consejo de Europa.
La ceremonia fue en el estadio de Cuneo – norte de Italia – y estuvieron presentes en la ceremonia seis cardenales y treinta y tres obispos, entre los que se encontraban el prefecto de la Congregación por la Vida Consagrada, el cardenal João Braz de Aviz; el observador permanente del Vaticano ante la ONU en Ginebra, Mons. Silvano Tomasi, y el presidente de la Conferencia episcopal en Venezuela, monseñor Diego Patrón Sánchez.
Monseñor Parolín, llevó la bendición del papa y subrayó que Francisco ha hablado del rol de nuncio como mediador, que con la mediación hace comunión. «El papa recordaba además que la vida de los representantes pontificios es un poco como una vida de nómadas. A los nuncios se les pide la apertura y la ductilidad, que es indispensable para vivir en distintos ambientes, para confrontarse con culturas y situaciones sociales y eclesiales tan diferentes».
Monseñor Parolín, recordando el gran compromiso en Europa durante 20 años de monseñor Giordano, entre instituciones políticas y relaciones ecuménicas, ha hecho referencia a los desafíos que le esperan en América Latina, tierra de grandes pobrezas y de injusticias sociales. Así, ha afirmado: «Con sus inmensas pobrezas e injusticias sociales, la relación entre Iglesia y política, el significado de la elección preferencial por los pobres, la presencia en los medios de comunicación, el riesgo de crear una sociedad sin Dios. ¿Cómo anunciar a Dios en esta sociedad que está en riesgo de permanecer sin Él, de alejarse de Él?».
Concretando, monseñor Parolín ha afirmado que en Venezuela, «monseñor Giordano estará llamado a ser promotor de reconciliación y de paz, a reducir tensiones y contrastes, a sembrar esperanza». Del mismo modo ha subrayado que «incluso entre las peculiaridades del nuevo contexto queda el mismo compromiso como un testigo de la Iglesia encarnada por el papa Francisco. La Iglesia que busca el encuentro para comunicar la alegría del Evangelio».
Por su parte, monseñor Giordano dio las gracias ha todos los amigos y los sacerdotes por el compartir y la oración y pidió apoyo para el nuevo recorrido a realizar, recordando que Jesús nos está esperando.

La Palabra mariana: Como un celestial plano inclinado

La Palabra mariana: Como un celestial plano inclinado

Sábado II de Adviento

 

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“María es como la naturaleza, pura, serena, templada, bella; aquella naturaleza alejada del mundo, en la montaña, en el campo, en el mar, en el cielo azul o estrellado. Y es fuerte, vigorosa, ordenada, continua, inflexible, rica de esperanza, porque en la naturaleza está la vida que vuelve a florecer perennemente benefica, ornamentada con la vaporosa frescura de las flores, caritativa en la rica abundancia de los frutos. María es demasiado sencilla y demasiado cercana a nosotros para ser contemplada.

Ella es cantada por los corazones puros y enamorados que expresan así aquello que hay de mejor en ellos. Trae lo divino a la tierra como un celestial plano inclinado que de la altura vertiginosa de los cielos desciende a la pequeñez de las creaturas. Y es la Madre de todos y de cada uno, que sabe sonreír a su hijo en una manera unica y tal que, aún siendo pequeño, sabe gozar ya de esta caricia y responder con su amor a aquel amor”.

Chiara Lubich

Santiago, ¿por qué?

Santiago, ¿por qué?

Mis preguntas al Apóstol en el día de la tragedia

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La primera vez que tuve la gracia de visitar Santiago de Compostela sentí que mi alma quedaba traspasada. Pude encontrar profundas raíces de mi fe, fe apostólica, y de mi hispanidad. En la plaza del Obradoiro, delante de la catedral, descubrí uno de esos rincones del mundo donde he podido decir «Estoy en casa».

Después de eso, cada 25 de julio, al despertar, he sintonizado la televisión española para seguir en vivo la transmisión de las fiestas. Luego yo mismo celebraba la misa en Caracas, también ciudad de Santiago, experimentando una vinculación profunda con la tumba del Apóstol donde reí, lloré y con ardor profesé mi fe.

Esta mañana, al despertar en Madrid, esperaba ver en la TV las imágenes de Santiago de Compostela en los preparativos de su fiesta y celebrar mi primer día de Santiago en su España bendita. La imagen fue otra: Era la ciudad de los caminantes, sí, pero no de fiesta, sino de tragedia. La noticia ya todos la conocemos.

A lo largo del día, me he enfrentado con tantas preguntas… En mi casa el sacerdote anciano con el que vivo lloraba viendo las imágenes y preguntaba en voz alta: «Santiago, ¿por qué?».

Sí, Santiago, ¿por qué?

¿Cuántas de las víctimas irían anoche en ese tren para celebrar la fiesta ante tu tumba? ¿Cuántos contemplarían agradecidos al cielo desde sus ventanillas el umbral de tu ciudad de esperanzas ?

Santiago, ¿por qué?

Protector de España, Guía de los peregrinos, ¿por qué nuestros ojos miran hacia tu ciudad no para celebrarte, sino para estremecernos con una tragedia que no encuentra explicación?

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué?» (Mc 15, 34)

Sí, el nuestro es un porqué que se une al del Maestro. Un porqué que no encuentra respuesta, que sólo parece chocar con el vacío del sinsentido, la separación y el abandono. Ese Cáliz que Cristo pidió que si era posible le fuera apartado, pero del que bebió con amor extremo. El mismo del que  te hizo beber también a ti, el primero en derramar su sangre por Él. Y «cada vez que levantamos este Cáliz proclamamos su Resurrección hasta el día en que vuelva».

Allí nos quedamos, Apóstol nuestro Santiago: En el ¿Porqué? del Señor, en el porqué de las víctimas, de los deudos, de tus devotos. Se nos puede perdonar que no tengamos todas las respuestas a los hombres, pero sería imperdonable que no fuéramos capaces de acoger todas sus preguntas.

 

Jesús abandonado, el verdadero sacerdote

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Al celebrar hoy la solemnidad de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, comparto unas palabras que me han hecho entender en profundidad de qué se trata el sacerdocio de Jesús. Hoy oremos por nuestros sacerdotes y pidamos para ellos la gracia de asemejarse cada día más a su Fuente y Modelo:

 

«Que cada uno de vosotros encuentre en Él su modelo, para que la Iglesia se vea enriquecida por sacerdotes-Cristo, sacerdotes-víctimas para la humanidad; auténticos Cristo, dispuestos a dar la vida por todos».

«Jesús crucificado y abandonado es Aquél que abrió a los hombres el camino de la fraternidad universal. Fue en ese momento cuando se convirtió en el mediador entre los hombres y Dios. Fue en la cruz donde se presentó al Padre como sacerdote y víctima al mismo tiempo por toda la humanidad. Y ya que los hombres, gracias a Jesús crucificado y abandonado, han podido restablecer su relación con Dios, también tienen la posibilidad de hacerlo entre ellos: Jesús abandonado es el vínculo de unidad entre los hombres. Y la unidad es el fruto del diálogo: es el diálogo consumado».

Conferencia sobre el Papa Francisco

CONFERENCIA SOBRE EL PAPA FRANCISCO

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LUGAR:       Residencias Unión (sala de eventos)

4ta Avda. entre 1 y 2 transversal de Los Palos Grandes, Caracas

tel. 2838971 (Referencia Pbro. Gino Bologna)

FECHA:         Viernes 3 de Mayo

 

HORA:         17:00 TODO PÚBLICO entrada gratuita

 

CONFERENCISTA: DR. JOSE MARIA POIRIER

 

 

 

El Dr. José Maria Poirier Lalanne, argentino, es egresado de Filosofía por la Universidad Lateranense de Roma y de la carrera de Periodismo por la Escuela Superior de Buenos Aires, Director de la revista CRITERIO desde 1996 (fundada en 1928, y de la que fue director entre otros el cardenal Jorga Mejía). Asesor del Consejo de la revista «Ciudad Nueva» de Buenos Aires (Movimiento de los Focolares). Colaboró con diversas publicaciones nacionales y extranjeras (diarios y revistas).Docente, crítico literario y cinematográfico. Autor del libro «La Iglesia y los derechos humanos. Conversaciones con monseñor Jorge Novak».

 

 

 

Acrecentemos el conocimiento y amor por el Pontificado que inició para estar más atentos a los signos de cambio que anuncia nuestro Santo Padre Francisco.

 

 

Palabras del Papa Francisco hoy sobre Venezuela

Palabras del Papa Francisco hoy sobre Venezuela

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El Papa Francisco ha concluido hoy el tradicional rezo del Regina Coeli de los domingos de Pascua expresando su solicitud por la actual situación que atraviesa Venezuela. Nos unimos a sus intenciones y a su oración.

«Sigo de cerca los acontecimientos que vienen ocurriendo en Venezuela. Los acompaño con profunda preocupación, con una oración intensa y con la esperanza de que se busquen y se encuentren los caminos justos y pacíficos para superar el momento de grave dificultad que el país está atravesando.

Hago un llamado al querido pueblo venezolano, especialmente a los responsables políticos e institucionales, a rechazar firmemente cualquier tipo de violencia, y a establecer un diálogo basado en la verdad, en el reconocimiento mutuo, en la búsqueda del bien común y en el amor por la Nación. Pido a los creyentes que recen y que trabajen por la reconciliación y la paz.

Unámonos en una oración llena de esperanza por Venezuela, poniéndola en manos de Nuestra Señora de Coromoto».

Venezuela: Resistencia espiritual

Venezuela: Resistencia espiritual

 

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El que obra la verdad, va a la luz, para que se manifieste

que sus obras están hechas según Dios.

Evangelio de Juan 3, 20

 

Nos vendría decir que estaba previsto: la fatalidad histórica de haber arado en el mar.

Pensaríamos que fuimos ingenuos, que nuestro esfuerzo es en vano y nuestra lucha, inalcanzable.

Alguno diría que se rinde, que no cabe esperar más nada. Que habría que ser como los que arrebatan, que sólo nos queda pactar con su oscuridad.

 

Por eso, hoy más que nunca, hay que marcar la diferencia.

 

No se trata de dividir, sino de distinguir.

No usamos la ruin moneda de separar un mismo pueblo en dos bandos. No hablamos de enfrentamiento ni de rebelión.

Se trata de una lucha más audaz, más lúcida y más honda. Se trata de asumir con coraje el precio de la paz. De construir para ella puentes en medio de lo oscuro; de creer y anunciar que sí es posible alcanzarla, y darlo todo por ella.

 

Se trata de encender más de una luz que destelle en las tinieblas.

Y vencerlas.

Se trata de la resistencia firme y consciente ante lo que incordia, de hacer patente la dignidad. Se trata de sostenerla entre el silencio que estremece y la palabra que desconcierta, de presentarnos con la mirada limpia ante quien no sabe mirar.

Se trata del coraje de ser distintos, de llamar por su nombre al engaño, de serle una presencia insoportable. Se trata de atrevernos a ser incómodos para el egoísmo, un escollo infranqueable para la maldad.

 

Hablamos de una lucha espiritual.

 

Es de despertarnos este día tomando fuerzas desde lo más profundo, desde una conciencia que no claudica. Es  marcar la diferencia con obras y palabras, mostrar que es más fuerte lo que no se negocia… una esperanza que se hace evidente en lo que somos ahora mismo.  Sostener este terco empeño hasta dejar desarmada la mezquindad, de insistir una y otra vez en una vida diferente, de mostrarla en nosotros y no cansarnos en involucrar a más, siempre muchos más.

Sólo desde allí mantener el compromiso, no soltar el cayado a medio camino. Que en este crisol nos despojemos de toda escoria hasta que brille lo más puro: Eso que nadie nos podrá arrebatar.

Esta decisión comienza ahora en mí, en ti. El resultado dependerá de esta respuesta que no hay que buscarla en otras partes: Nos toca a nosotros componerla y hacerla germinar.

 

 

Los que esperan conocen mejor la providencia

y tienen de ella una opinión más segura y más inquebrantable que los que temen.

 

Papa Francisco.

 

Padre Christian Díaz Yepes,

sacerdote de la Arquidióceiss de Caracas:

http://www.diazyepes.com 

Lectio Divina del Domingo 15 de abril de 2012

La Palabra del domingo: Creer 

Segundo Domingo de Pascua

Descarga la Lectio Divina en PDF: Lectio Divina del Domingo 15 de abril de 2012

† Lectura del santo Evangelio

según san Juan (20, 19-31)

Gloria a ti, Señor.

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:

“La paz esté con ustedes”.

Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.

De nuevo les dijo Jesús:

“La paz esté con ustedes.

Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló

sobre ellos y les dijo:

“Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían:

“Hemos visto al Señor”.

Pero él les contestó:

“Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.

Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo:

“La paz esté con ustedes”.

Luego le dijo a Tomás:

“Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”

Jesús añadió:

“Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.

Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritas en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

 

Comentario:

Aparece Jesús resucitado para vencer el miedo y el encierro de los suyos. No los había llamado para esconderse ni cerrarse al mundo, al contrario, los envía para comunicar la Buena Nueva de su vida en plenitud. Por eso después de su muerte afrentosa en la Cruz, Él debe mostrarse a ellos vivo y glorificado. Así llena sus corazones de alegría y los convierte en auténticos testigos de las maravillas que Dios es capaz de hacer. A nosotros nos presenta también hoy este mensaje para que nuestras vidas se llenen de sentido y no temamos en anunciarle a todos.

Después del Viernes Santo, con su carga de odio y ensañamiento que culmina con el ajusticiamiento de Jesús en la Cruz, los discípulos quedan desalentados. Además de todo tienen miedo ¿Correrán la misma suerte de su Maestro? No son capaces de recordar las palabras de Jesús cuando les había anunciado su muerte y resurrección. En vez de estar abiertos a la esperanza, están encerrados por el miedo. ¿Y dónde está Tomás? Quién sabe, quizá deambula sin sentido, quizá busca un refugio más recóndito o una manera de escapar de la ciudad y salvar su vida. Como sea, él es imagen de la dispersión interior y exterior que van experimentando los discípulos.

La aparición de Jesús resucitado cambia todo este panorama. El día después del sábado, Él pasa más allá de los cerrojos del miedo y se hace presente en medio de los suyos, les enseña las manos y el costado y les ofrece la paz: El mundo ha sido reconciliado con Dios por su sacrifico en la cruz. Ya no hay más nada que temer. Los poderes del mal y de la muerte no podrán contra los hijos de la luz. La muerte está vencida, la alegría se desborda.

Los discípulos necesitaban ver y tocar, por eso Jesús les muestra las heridas de su martirio, que permanecen como pruebas de amor después de su resurrección. Sin embargo, Tomás no ha podido ver estas pruebas. ¿Puede acaso confiar en el testimonio de los demás discípulos, tan desacreditados por su comportamiento previo y por su miedo? Él necesita su propia experiencia, porque la fe puede comunicarse, mas no transferirse: Él puede escuchar los testimonios de los demás, pero necesita vivir su propio encuentro con el Resucitado.

Cristo no tardará en ofrecérselo: una semana después –tiempo suficiente para que Tomás reflexione y atesore un inmenso deseo por encontrar de nuevo a su Maestro- Él aparece. Tomás profesa su fe y recibe unas palabras del Señor que se dirigen también a nosotros hoy: “Felices los que creen sin haber visto”.

La Palabra de este domingo nos habla de la necesidad que también nosotros tenemos de entrar en contacto con Jesús resucitado. Nuestra fe no es el recuerdo de un pasado: es actual y se manifiesta en la vivencia coherente que también nosotros tengamos. ¿Qué nos enseña todo esto? ¿Qué clase de discípulos seremos: los quejumbrosos, llenos de miedo, anclados a un pasado fracasado? ¿Seremos como Tomás, que primero se aparta de la Iglesia naciente y pierde así la oportunidad de encontrarse con Jesús? ¿Nos quedaremos encerrados en nuestros propios criterios y faltas de solidaridad?

¿Cómo pondré en práctica esta Palabra durante esta semana? ¿Qué me invita a cambiar en mi propia vida?

¿Vas a trabajar, Francisco?

¿Vas a trabajar, Francisco?

Nuestro amigo Daniel, el joven de  que escribió la carta «Siempre renuncias, Benedicto», ahora le ha escrito al papa Francisco.

 

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¿Quién eres tú, Francisco I? ¿Por qué me sorprende tanto verte? ¿Por qué es tanta la expectativa a tu alrdedor? ¿Qué es lo que vas a hacer? ¿Vas a trabajar?

Todas las mañanas, cuando llevo a mi hermana a la escuela, rezamos un Padrenuestro y luego un Ave María. No conozco muchas más oraciones, y de hecho, son esas las que más nos gustan, por su sencillez y su universalidad. Las puede rezar cualquiera.
Por eso, hoy que estaba en mi casa, viendo al nuevo Papa, sentí algo muy extraño cuando escogió rezar exactamente lo que yo, y millones de católicos rezamos a diario. Sentí algo muy extraño cuando me di cuenta que el nuevo Papa me estaba haciendo orar, no sólo gritar o vitorear su nombre. Sentí algo muy extraño cuando me pidió que yo, lo bendijera y pidiera por él, al igual que mis demás hermanos, antes incluso de darme la bendición. Sentí algo muy extraño al verlo salir sin tantos adornos, sencillo, con gestos no de celebridad, sino de siervo. Con una sonrisa que esconde tantos años de trabajo.
Y vaya, que hoy, sentí que a mis 23 años, cuanto me hace falta trabajar.

Bienvenido Francisco, a una Iglesia que está en crisis, pero que lo ha estado desde el primer día que fue instituida y que lo estará hasta el día que se termine el mundo. Bienvenido a un mundo que te atacará, lleno de gente que no piensa como tú, y gente que odia lo que tu crees. Bienvenido a un pueblo que te juzgará, inclusive dentro de tu misma casa. Bienvenido al trabajo.

Hoy Francisco, quiero trabajar contigo. Quiero seguir tu ejemplo, quiero quitarme mis adornos y salir por el balcón a servir a la gente. Quiero lanzarle una sonrisa al mundo. A los que esperan mucho de mí, poco, o nada, quiero servirlos a todos. A los que no opinan como yo, quiero servirlos. A los que he lastimado o lastimaré, quiero servirlos. Quiero trabajar contigo desde mi hogar, en las cosas que puedo hacer desde hoy. No quiero imponer mi opinión religiosa, quiero compartir la verdad: que todos somos hermanos. Que el amor, nos ama. Que ese amor es un Padre.

Hoy Francisco, quiero ser el último en la fila. Quiero ser el del último lugar del estacionamiento, y el último en servirse de comer. Quiero poder superar mis miedos y vencer mis malos hábitos, pero además quiero pasar desapercibido. Quiero que la gente se de cuenta que mi Iglesia no está para conquistar al mundo, sino para servirle. Quiero que Evangelizar a todos los pueblos, se traduzca en caridad para todas las naciones.

Y se que tú trabajarás conmigo. Se que no estoy sólo porque el representante de mi Iglesia se despertará todos los días muy temprano para trabajar. Se que orarás y contemplaras, y al mismo tiempo actuarás. Se que te haces de cocinar todos los días. Se que viajabas en metro en tu país. Se que naciste de padres humildes. Y se que no flaquearás. Se que te atacaran, igual que todos los días nos ataca nuestra pena cuando decimos ante un público tan tímidamente: ‘somos católicos’.

Hoy salgo de ese balcón y le grito al mundo que soy católico, no porque quiera presumirlo, y tampoco porque quiera demostrar un punto. Lo hago porque el mundo necesita que me deje de dar pena decir que voy a servirlo. Me acordaré que soy católico la próxima vez que me de flojera hacer mi trabajo. La próxima vez que quiera mentirle a un cliente. La próxima vez que quiera copiar en un examen. Me acordaré también cuando en una fiesta ofrezcan droga, esa que a tantas familias destruye. Me acordaré el día que me asalten, o me secuestren y tenga que perdonar a los que me ofenden. Me acordaré el día que me insulten o critiquen y tenga que preocuparme por ellos. Me acordaré que soy católico el día que ya no quiera ver a mi familia, o el día que prefiera divertirme en lugar de ir a un evento de mi hermana. Me acordaré que existes tú Francisco, como tantos antes de ti, que también tuvieron que luchar contra si mismos. Que también tuvieron que aguantar tanto. Que también tuvieron que trabajar tanto.
Hoy salgo de ese clóset en el que vivo cada que me da pena compartir un estado de facebook donde se mencione a Dios. Hoy salgo de esa ignorancia tan palpable en mi vida donde no conozco nada de mi religión. Hoy me doy cuenta que no soy católico porque sea el mejor. Hoy me acuerdo que Jesús vino a sentarse con prostitutas e hipócritas y por eso mismo está sentado en mi vida.

Hoy Francisco, te agradezco por aceptar el papado, te agradezco que te rieras. Te agradezco que salieras tan humilde, que te inclinaras para ser bendecido por tus fieles. Te agradezco que recordaras al Papa pasado. Te agradezco que hables mi idioma, y que te guste el fútbol. Te agradezco que hoy, me hayas puesto a rezar un Padrenuestro y un Ave María. Porque así de sencillo, hoy me has abierto los ojos.

Francisco, a partir de hoy, yo trabajaré contigo.

La oración del papa Francisco

La oración del papa Francisco

Una oración muy simple y muy completa

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A Jorge María Bergoglio le gustaba orar e invitar a orar de esta manera… Un buen recurso para no olvidar a nadie en la oración…

 

Ora con las manos abiertas y mira a todos en cada uno de tus dedos.

1. El pulgar es el más cercano a ti. Asi que empieza orando por quienes están más cerca de ti. Son las personas más fáciles de recordar. Orar por nuestros seres queridos es «una dulce obligación».

2. El siguiente dedo es el índice. Ora por quienes enseñan, instruyen y sanan. Esto incluye a los maestros, profesores, médicos y sacerdotes. Ellos necesitan apoyo y sabiduría para indicar la dirección correcta a los demás. Tenlos siempre presentes en tus oraciones.

3. El siguiente dedo es el más alto. Nos recuerda a nuestros líderes. Ora por el presidente, los congresistas, los empresarios y los gerentes. Estas personas dirigen los destinos de nuestra patria y guían a la opinión pública. Necesitan la guía de Dios.

4. El cuarto dedo es nuestro dedo anular. Aunque a muchos les sorprenda, es nuestro dedo más débil  como te lo puede decir cualquier profesor de piano. Debe recordarnos orar por los más débiles  con muchos problemas o postrados por las enfermedades. Necesitan tus oraciones de día y de noche. Nunca será demasiado lo que ores por ellos. También debe invitarnos a orar por los matrimonios.

5. Y por último está nuestro dedo meñique, el más pequeño de todos los dedos, que es como debemos vernos ante Dios y los demás. Como dice la Biblia «los últimos serán los primeros». Tu meñique debe recordarte orar por ti. Cuando ya hayas orado por los otros cuatro grupos verás tus propias necesidades en la perspectiva correcta, y podrás orar mejor por las tuyas.

Para recordar: cinco años de la partida al cielo de Chiara Lubich

Para recordar: Cinco años de la partida al cielo de Chiara Lubich

 

 

Hace cinco años Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, fue llamada a la casa de Dios. Hoy en el mundo entero se desarrollan homenajes y eventos para recordar su memoria, que permanece viva en la Obra fundada por ella y en el corazón de sus millones de seguidores de todas las edades, pueblos, religiones y estados de vida. Presentamos este breve vídeo para recordarla también desde aquí.

Dimisión de Benedicto XVI: algunos ecos

Dimisión de Benedicto XVI: algunos ecos

24 febrero 2013
Dirigimos tres preguntas sencillas a algunos amigos de los Focolares, miembros de otras religiones y de convicciones no religiosas.

¿Cuál fue tu reacción ante la renuncia de Benedicto XVI? ¿Qué aspectos aprecias de su pontificado? ¿Qué cosa esperas del nuevo Papa?

He aquí algunos fragmentos de sus respuestas.

«Al principio no lo podía creer. Luego comprendí que el Santo Padre decidió hacerlo sólo por el bien de la Iglesia. Como he vivido con los hermanos católicos, comprendí profundamente que la esencia de su ministerio es espiritual. Quiero estar en unidad con él y con los otros cristianos, a través de la oración, para la elección del próximo pontífice, para que la Iglesia continúe trabajando por el bien de la humanidad» Metta, budista deThailandia.

«Me parece que fue un gesto sabio, que supo ver su rol con Dios, él está seguro de que Dios está con él. Este acto es de una originalidad sin parangón. Debe servir de ejemplo a toda la humanidad. Incluso la decisión de retirarse a un monasterio es algo grandioso. Le deseo al próximo Papa, que con la ayuda de Dios, esté todavía más iluminado y que no se desmoralice por los críticos que tienen intenciones negativas» Abdou, musulmán de Argelia.

«La renuncia del Papa nos concierne a todos. Pero no cambiará nada de lo que tenemos. El continuó el trabajo de Juan Pablo II. Y no se retrocede. Al contrario, se avanza más en la comprensión y en la colaboración recíproca» Enrique, hebreo del Uruguay.

«Me parece que (la noticia de la renuncia de Benedicto XVI) es un precedente importantísimo. Aprecié la humildad del Papa y sus explicaciones sinceras sobre la causa de la dimisión y las dificultades presentes en la curia vaticana. Con su gesto me parece (espero) abrió un camino de mayor colegialidad en la Iglesia. ¿Qué le auguro y deseo al próximo pontífice? ¡Coraje! Tendrá que llevar una cruz grande, pero podrá-deberá compartirla más con su pueblo» Armando, italiano de convicciones no religiosas.

«No creíamos a nuestros ojos viendo a Benedicto XVI que anunciaba su dimisión. Luego nos invadió una profunda comprensión y simpatía hacia él. ¡De los límites humanos no puede escaparse ni siquiera un papa! Joseph Ratzinger tuvo el coraje y la sinceridad de admitirlo públicamente. Le deseamos al futuro pontífice que continúe en el camino de apertura hacia las otras confesiones cristianas, hacia las otras religiones, como también hacia las personas de convicciones diferentes» Donika y Luan, Tirana – Albania.

«Pienso que su decisión fue sabia, ¡no era fácil preverla! Este es un acto de responsabilidad. Quisiera agradecerle por todo lo que nos dio. Espero que el próximo Papa, tenga siempre esta mirada de hermano, de apertura hacia las otras creencias, religiones, para construir un mundo de fraternidad universal» Racim, musulmán de Argelia.

Meditación de Simone Weil muy propicio para la Cuaresma

Meditación de Simone Weil muy propicia para la Cuaresma

 

Queridos amigos,

con gusto comparto con ustedes un texto si Simone Weil, una de las filósofas más apasionantes del siglo XX, que es una verdadera inspiración para la Cuaresma. ¡Espero que les aproveche!

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«Por encima de la finitud, del espacio y del tiempo, el amor infinitamente infinito de Dios viene y nos toma. Llega justo a su hora. Tenemos la posibilidad de aceptarlo o de rechazarlo. Si permanecemos sordos, volverá una y otra vez como un mendigo; pero, también como un mendigo, llegará el día en que ya no vuelva. Si aceptamos, Dios depositará en nosotros una semillita y se irá. A partir de ese momento, Dios no tiene que hacer nada más, ni tampoco nosotros, sino esperar. Pero sin lamentarnos del consentimiento dado, del “sí” nupcial. Esto no es tan fácil como parece, pues el crecimiento de la semilla en nosotros es doloroso. Además, por el hecho mismo de aceptarlo no podemos dejar de destruir lo que le molesta; tenemos que arrancar las malas hierbas, cortar la grama. Y, desgraciadamente, esta grama forma parte de nuestra propia carne, de modo que esos cuidados de jardinero son una operación cruenta. Sin embargo, en cualquier caso la semilla crece sola. Llega un día en que el alma pertenece a Dios, en que no solamente da su consentimiento al amor, sino en que, de forma verdadera y afectiva, ama. Debe entonces, a su vez, atravesar el universo para llegar hasta Dios. El alma no ama como una criatura, con amor creado. El amor que hay en ella es divino, increado, pues es el amor de Dios hacia Dios que pasa por ella. Sólo Dios es capaz de amar a Dios. Lo único que nosotros podemos hacer es renunciar a nuestros propios sentimientos para dejar paso a ese amor en nuestra alma. Esto significa negarse a sí mismo. Sólo para este consentimiento hemos sido creados»

Quiero mejorar, pero… ¿Cómo lo hago?

Quiero mejorar, pero… ¿Cómo lo hago?

La Cuaresma como camino espiritual

Padre Christian Díaz Yepes

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Llega la Cuaresma y con ella la oportunidad de crecer y mejorar. Dios y la Iglesia nos dan la ayuda necesaria en este tiempo para apuntalar nuestro crecimiento espiritual y con ello la renovación de nuestra vida. Pero este reto a muchos suele causarles cierta frustración. Tantas veces nos hacemos buenos propósitos, decidimos renunciar a los vicios que nos atan, alcanzar virtudes que nos dignifican… pero en poco tiempo nos damos cuenta de que no estamos avanzando o que hemos olvidado nuestra intención inicial. Y esto sucede porque el crecimiento espiritual no se basa sólo en buenas intenciones. Junto a ellas necesitamos poner en práctica tres cosas: Inteligencia, habilidad y perseverancia.

Necesitamos formularnos propósitos con inteligencia. Esto quiere decir que hay que saberlos formular. Nada de propósitos genéricos, tales como: “Seré una buena persona” o “Superaré mis defectos”. Aprendamos de Salomón, que pudiendo recibir cualquier cosa de parte de Dios pidió sólo la sabiduría para actuar como a Él le agrada (ver: Sab 9,1s). Si quieres ser mejor persona, examínate y reconoce específicamente los aspectos en los que quieres mejorar. Haz una lista de ellos y luego trata de “ponerlos en orden”. Hay defectos que son más fuertes que otros o que dan paso a peores cosas. Por ejemplo: Alguien que se propone no ser tan chismoso debería empezar por ser menos curioso o “entrometido” con respecto a la vida de los demás y así hablará menos de ellos. Además, debería estudiar cuáles son los momentos en que más cae en este mal y si hay personas o ambientes que le exponen a caer. Sobre todo, debería tratar de hacer un mejor uso de su tiempo, ocupándose en cosas más enriquecedoras.

También debemos ayudarnos por medio de la habilidad. Se trata de emplear todos los medios apropiados para alcanzar el bien que deseamos.  Realizar cada día el examen de conciencia, deteniéndonos específicamente en lo que nos hemos propuesto, es un medio recomendado por la Iglesia. Breves anotaciones en la propia agenda, quizá en el mismo celular o computador, nos pueden ayudar a “llevar cuenta” de los logros o retrocesos. Si cuidamos al detalle tantos otros aspectos de nuestra vida, ¿por qué no usar los mismos recursos para nuestra “economía espiritual”? Cada día en que verifiquemos un avance, demos gracias a Dios y disfrutemos de la experiencia de hacernos más libres, más dueños de nosotros mismos. Si advertimos un retroceso, recomencemos fortaleciendo nuestros propósitos y saquemos de esa caída el aprendizaje necesario para mejorar.

Finalmente, no descuidemos la perseverancia. “El que persevere, se salvará”, dice el Señor (Mt 10, 22. 13,13. 24,13). Para no decaer, ayudémonos pidiendo la gracia de Dios, practicando la paciencia y levantándonos una y otra vez. No decaigamos en estos cuarenta días de lucha liberadora. Incorporando nuestros esfuerzos, renuncias y sacrificios a la Pasión de Cristo, podremos celebrar llenos de júbilo su triunfo sobre el mal en la noche luminosa de la Pascua. Cada uno de los domingos de esta Cuaresma nos debe llenar de la esperanza de estar más próximos a la celebración de este gozo y así fortalecer nuestros propósitos.

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cuaresma2

Durante el tiempo de Cuaresma, la Iglesia ha recomendado en todos los tiempos tres prácticas espirituales sobre las cuales el mismo Jesucristo nos instruye en su Sermón de la Montaña (Ver: Mt 6, 1-18): el ayuno, la limosna y la oración.

 

El ayuno: crecer en el amor a nosotros mismos

Pareciera paradójico, pues se trata de amarnos a nosotros mismos  negando nuestras propias apetencias y gustos. Con ello alcanzamos un mayor autodominio, es decir, nos hacemos “señores de nuestro ser”, pues dejamos de ser esclavos de caprichos y pasiones. No se trata sólo de “dejar de comer”. Podemos ayunar también limitándonos en el uso de algunas cosas que nos gustan, pero que no son esenciales, como por ejemplo las horas ante el televisor o navegando en internet. Al no dedicarles nuestro tiempo y fuerzas, podemos dirigir estos valiosos recursos hacia lo que merece aún más nuestra atención, como el servicio al prójimo y la oración.

Limosna: crecer en el amor a los demás

No es sólo una monedita dada con desgano a quien nos pide. Más bien se trata de disponer todo nuestro ser para vivir estos 40 días en atención a los demás, socorriendo sus necesidades y ofreciéndoles nuestro tiempo, fuerzas y recursos. Es la práctica que nos enseña a reconocer en cada persona un prójimo al cual Dios me invita a amar, ensanchando así mi corazón y construyendo con ellos la fraternidad.

La oración: crecer en el amor a Dios

De la oración nunca tendremos bastante. La Cuaresma es el tiempo propicio para renovar y crecer en esta práctica, dedicándole los mejores momentos de nuestra jornada y concentrando en ella los mejores deseos e inquietudes. Es el diálogo con Dios que puede ser tanto de alabanza como de súplica, de petición como de acción de gracias. Especialmente nos puede ayudar en este tiempo la oración con la Palabra de Dios. Un recurso útil y pedagógico que aplicamos desde estos comentarios es meditar cada día con las lecturas de la misa correspondiente, las cuales nos van indicando el itinerario cuaresmal.

Quiero mejorar, pero… ¿Cómo lo hago?

Quiero mejorar, pero… ¿Cómo lo hago?

La Cuaresma como camino espiritual

Padre Christian Díaz Yepes

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cuaresma 3

Llega la Cuaresma y con ella la oportunidad de crecer y mejorar. Dios y la Iglesia nos dan la ayuda necesaria en este tiempo para apuntalar nuestro crecimiento espiritual y con ello la renovación de nuestra vida. Pero este reto a muchos suele causarles cierta frustración. Tantas veces nos hacemos buenos propósitos, decidimos renunciar a los vicios que nos atan, alcanzar virtudes que nos dignifican… pero en poco tiempo nos damos cuenta de que no estamos avanzando o que hemos olvidado nuestra intención inicial. Y esto sucede porque el crecimiento espiritual no se basa sólo en buenas intenciones. Junto a ellas necesitamos poner en práctica tres cosas: Inteligencia, habilidad y perseverancia.

Necesitamos formularnos propósitos con inteligencia. Esto quiere decir que hay que saberlos formular. Nada de propósitos genéricos, tales como: “Seré una buena persona” o “Superaré mis defectos”. Aprendamos de Salomón, que pudiendo recibir cualquier cosa de parte de Dios pidió sólo la sabiduría para actuar como a Él le agrada (ver: Sab 9,1s). Si quieres ser mejor persona, examínate y reconoce específicamente los aspectos en los que quieres mejorar. Haz una lista de ellos y luego trata de “ponerlos en orden”. Hay defectos que son más fuertes que otros o que dan paso a peores cosas. Por ejemplo: Alguien que se propone no ser tan chismoso debería empezar por ser menos curioso o “entrometido” con respecto a la vida de los demás y así hablará menos de ellos. Además, debería estudiar cuáles son los momentos en que más cae en este mal y si hay personas o ambientes que le exponen a caer. Sobre todo, debería tratar de hacer un mejor uso de su tiempo, ocupándose en cosas más enriquecedoras.

También debemos ayudarnos por medio de la habilidad. Se trata de emplear todos los medios apropiados para alcanzar el bien que deseamos.  Realizar cada día el examen de conciencia, deteniéndonos específicamente en lo que nos hemos propuesto, es un medio recomendado por la Iglesia. Breves anotaciones en la propia agenda, quizá en el mismo celular o computador, nos pueden ayudar a “llevar cuenta” de los logros o retrocesos. Si cuidamos al detalle tantos otros aspectos de nuestra vida, ¿por qué no usar los mismos recursos para nuestra “economía espiritual”? Cada día en que verifiquemos un avance, demos gracias a Dios y disfrutemos de la experiencia de hacernos más libres, más dueños de nosotros mismos. Si advertimos un retroceso, recomencemos fortaleciendo nuestros propósitos y saquemos de esa caída el aprendizaje necesario para mejorar.

Finalmente, no descuidemos la perseverancia. “El que persevere, se salvará”, dice el Señor (Mt 10, 22. 13,13. 24,13). Para no decaer, ayudémonos pidiendo la gracia de Dios, practicando la paciencia y levantándonos una y otra vez. No decaigamos en estos cuarenta días de lucha liberadora. Incorporando nuestros esfuerzos, renuncias y sacrificios a la Pasión de Cristo, podremos celebrar llenos de júbilo su triunfo sobre el mal en la noche luminosa de la Pascua. Cada uno de los domingos de esta Cuaresma nos debe llenar de la esperanza de estar más próximos a la celebración de este gozo y así fortalecer nuestros propósitos.

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Durante el tiempo de Cuaresma, la Iglesia ha recomendado en todos los tiempos tres prácticas espirituales sobre las cuales el mismo Jesucristo nos instruye en su Sermón de la Montaña (Ver: Mt 6, 1-18): el ayuno, la limosna y la oración.

 

El ayuno: crecer en el amor a nosotros mismos

Pareciera paradójico, pues se trata de amarnos a nosotros mismos  negando nuestras propias apetencias y gustos. Con ello alcanzamos un mayor autodominio, es decir, nos hacemos “señores de nuestro ser”, pues dejamos de ser esclavos de caprichos y pasiones. No se trata sólo de “dejar de comer”. Podemos ayunar también limitándonos en el uso de algunas cosas que nos gustan, pero que no son esenciales, como por ejemplo las horas ante el televisor o navegando en internet. Al no dedicarles nuestro tiempo y fuerzas, podemos dirigir estos valiosos recursos hacia lo que merece aún más nuestra atención, como el servicio al prójimo y la oración.

Limosna: crecer en el amor a los demás

No es sólo una monedita dada con desgano a quien nos pide. Más bien se trata de disponer todo nuestro ser para vivir estos 40 días en atención a los demás, socorriendo sus necesidades y ofreciéndoles nuestro tiempo, fuerzas y recursos. Es la práctica que nos enseña a reconocer en cada persona un prójimo al cual Dios me invita a amar, ensanchando así mi corazón y construyendo con ellos la fraternidad.

La oración: crecer en el amor a Dios

De la oración nunca tendremos bastante. La Cuaresma es el tiempo propicio para renovar y crecer en esta práctica, dedicándole los mejores momentos de nuestra jornada y concentrando en ella los mejores deseos e inquietudes. Es el diálogo con Dios que puede ser tanto de alabanza como de súplica, de petición como de acción de gracias. Especialmente nos puede ayudar en este tiempo la oración con la Palabra de Dios. Un recurso útil y pedagógico que aplicamos desde estos comentarios es meditar cada día con las lecturas de la misa correspondiente, las cuales nos van indicando el itinerario cuaresmal.

Bienaventurados los que trabajan por la paz

«Bienaventurados los que trabajan por la paz»

Pensamientos del Mensaje del Papa en este 1º de enero

 

Pesebre en Vaticano

Quienes se encomiendan a Dios y a sus promesas son considerados frecuentemente por el mundo como ingenuos o alejados de la realidad. Sin embargo, Jesús les declara que, no sólo en la otra vida sino ya en ésta, descubrirán que son hijos de Dios, y que, desde siempre y para siempre, Dios es totalmente solidario con ellos. Comprenderán que no están solos, porque él está a favor de los que se comprometen con la verdad, la justicia y el amor. Jesús, revelación del amor del Padre, no duda en ofrecerse con el sacrificio de sí mismo. Cuando se acoge a Jesucristo, Hombre y Dios, se vive la experiencia gozosa de un don inmenso: compartir la vida misma de Dios, es decir, la vida de la gracia, prenda de una existencia plenamente bienaventurada. En particular, Jesucristo nos da la verdadera paz que nace del encuentro confiado del hombre con Dios.

La bienaventuranza de Jesús dice que la paz es al mismo tiempo un don mesiánico y una obra humana. En efecto, la paz presupone un humanismo abierto a la trascendencia. Es fruto del don recíproco, de un enriquecimiento mutuo, gracias al don que brota de Dios, y que permite vivir con los demás y para los demás. La ética de la paz es ética de la comunión y de la participación.

3. La paz concierne a la persona humana en su integridad e implica la participación de todo el hombre. Se trata de paz con Dios viviendo según su voluntad. Paz interior con uno mismo, y paz exterior con el prójimo y con toda la creación. Comporta principalmente, como escribió el beato Juan XXIII en la Encíclica Pacem in Terris, de la que dentro de pocos meses se cumplirá el 50 aniversario, la construcción de una convivencia basada en la verdad, la libertad, el amor y la justicia.

Para llegar a ser un auténtico trabajador por la paz, es indispensable cuidar la dimensión trascendente y el diálogo constante con Dios, Padre misericordioso, mediante el cual se implora la redención que su Hijo Unigénito nos ha conquistado. Así podrá el hombre vencer ese germen de oscuridad y de negación de la paz que es el pecado en todas sus formas: el egoísmo y la violencia, la codicia y el deseo de poder y dominación, la intolerancia, el odio y las estructuras injustas.

La paz no es un sueño, no es una utopía: la paz es posible. Nuestros ojos deben ver con mayor profundidad, bajo la superficie de las apariencias y las manifestaciones, para descubrir una realidad positiva que existe en nuestros corazones,

Precisamente por eso, la Iglesia está convencida de la urgencia de un nuevo anuncio de Jesucristo, el primer y principal factor del desarrollo integral de los pueblos, y también de la paz. En efecto, Jesús es nuestra paz, nuestra justicia, nuestra reconciliación (cf. Ef 2,14; 2Co5,18). El que trabaja por la paz, según la bienaventuranza de Jesús, es aquel que busca el bien del otro, el bien total del alma y el cuerpo, hoy y mañana.

 

BENEDICTUS PP. XVI

Nuevo número de «Unidad y Carismas»

Nuevo número de «Unidad y Carismas»

 

Queridos amoigos:

Recientemente he leído y meditado con el último número de  la revista «Unidad y carismas». Cada tema es verdaderamente una joya espiritual. ¿No tiene pérdida!. Está disponible en:

http://www.unidadycarismas.es/

¡Que lo disfruten!

 

 

Cuento del más acá

Cuento del más acá

Para pensar en el más allá

 

alumbramiento

En el vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés. Uno pregunta al otro:

– ¿Tú crees en la vida después del parto?
– Claro que sí. Algo debe existir después del parto. Tal vez estemos aquí porque necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.
– ¡Tonterías! No hay vida después del parto. ¿Cómo sería esa vida?

– No lo sé pero seguramente… habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y nos alimentemos por la boca.
– ¡Eso es absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer por la boca? ¡Eso es ridículo! El cordón umbilical es por donde nos alimentamos. Yo te digo una cosa: la vida después del parto está excluida. El cordón umbilical es demasiado corto.
– Pues yo creo que debe haber algo. Y tal vez sea sólo un poco distinto a lo que estamos acostumbrados a tener aquí.
– Pero nadie ha vuelto nunca del más allá, después del parto. El parto es el final de la vida. Y a fin de cuentas, la vida no es más que una angustiosa existencia en la oscuridad que no lleva a nada.
– Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del parto, pero seguro que veremos a mamá y ella nos cuidará.
– ¿Mamá? ¿Tú crees en mamá? ¿Y dónde crees tú que está ella?
– ¿Dónde? ¡En todo nuestro alrededor! En ella y a través de ella es como vivimos. Sin ella todo este mundo no existiría.
– ¡Pues yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto, es lógico que no exista.
– Bueno, pero a veces, cuando estamos en silencio, tú puedes oírla cantando o sentir cómo acaricia nuestro mundo. ¿Sabes?… Yo pienso que hay una vida real que nos espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella…