Lectio de vida: revés bendito
Cómo nos fascinan las palabras de Cristo, desconcertantes, rompedoras. Nos cuestionan y hacen asumir la vida más allá de lo que buscaríamos instintivamente. En sus Bienaventuranzas él proclama todo lo que no quisiéramos experimentar, pero que tantas veces viene a nosotros como oportunidad: la pobreza, la necesidad, las lágrimas, el rechazo y la persecución. Cuando nos encontramos con algo de esto, tratamos de escapar enseguida. Nos encerramos en nosotros mismos por miedo o huimos hacia adelante. Pero así perdemos una gran oportunidad, LA oportunidad. Porque si asumimos estas cosas desde el amor y la fe, nos hacen mirar hacia lo alto, buscar a Dios y así descubrir lo que más vale en la vida. Nos hacen crecer.
Tanto de lo que el mundo considera felicidad es sólo ilusión y engaño, tan distinto a una vida con los ojos y el corazón abiertos que nos eleva hacia cimas más valiosas y nos reta a superar nuestros límites.
¿Dónde estamos poniendo nuestra esperanza, en Dios que saca bien del mal y no permite que pasemos una prueba sin darnos la fuerza para superarla o en nuestros medios siempre insuficientes?
Él nos hace descubrir que toda sombra tiene su revés bendito, toda dificultad es una oportunidad, toda cruz, camino hacia la luz. No tratemos de huir de ello. Asumámoslo con confianza y abiertos a la gracia, con la mente despierta para ver lo que está esperando por revelarnos el verdadero sentido de la vida. Que nada nos obstaculice ni nos atonte en este camino.
Cuando la tormenta se levante
y permanezcas firme ante el timón.
Si con el silencio de los sabios
reconoces que es hora de bajar las velas
y dejarse conducir por el soplo de Dios.
Cuando sepas dar calma a quienes
vean hundirse sus naves
y no llores tu propio naufragio.
Si contra el viento que traiciona,
y contra toda corriente de miedos y dolor.
Si contra la noche con sus hielos, permaneces.
Cuando caigas con la pesca y la barca en fondo
y te mantengas atento al torrente de adentro,
entonces habrás vencido.
La pérdida será ganancia
y tu pequeña chispa encenderá una hoguera:
el calor del cielo entre las olas.
Alzado como faro en las noches de miedo,
habrás triunfado.
Aún cuando parezca naufragio,
pero hayas permanecido firme en la llama inagotable.
Habrás llegado al esperado puerto.
Estará en ti
con todas tus voces sosegadas
y la luz serena del torrente sin final.
(Christian Díaz Yepes, Una barca)