Domingo de ramos: Padre, perdónalos…
Con el Domingo de ramos comienza la Semana Santa. En este día leemos la Pasión de Cristo, narrada por el evangelista san Lucas. Jesús ha deseado vivamente celebrar esta Pascua: Su Pascua, nuestra Pascua. Pascua que significa “paso” desde este mundo al reino de Dios, la apertura definitiva de las puertas de la gracia y la reconciliación de los hombres con Dios y de los hombres entre sí. Se puede creer o no en este acontecimiento, pero nadie puede permanecer indiferente ante él. Jesús ha entregado su vida, llevando su amor por la humanidad hasta el extremo despojamiento de sí mismo en favor de todos. Él no se defiende, sino que se pone en manos de los que le arrancan la vida para ofrecerla con total libertad y evidenciar así que el amor de Dios es mayor a cualquier atrocidad humana. Él es capaz de glorificarse en la humillación y sacar bien del mal.
” Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen…” Son las palabras de Jesús en la cruz que nos refiere Lucas. Toda la existencia terrena del Señor, todo su anuncio del Reino de Dios con palabras de vida eterna y con milagros portentosos, todo, todo alcanza su máxima expresión cuando Él pronuncia estas palabras benditas desde el altar de la Cruz. Allí se ha abierto para todos el gran perdón. Ahora queda de nuestra parte responder a tanta misericordia.
” Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen…” Aquí queda anulado todo juicio, toda condenación. Atrás ha quedado cualquier imagen castigadora y represora que alguien pudiera tener sobre Dios. Porque es innegable que tantas veces no sabemos lo que hacemos. Por eso necesitamos de la indulgencia de quien no se equivoca nunca. Y no se equivoca porque ama, y al final el amor vence todo error. Ese amor asume nuestra lejanía y sinsentido. Aquí se revela el abrazo a sus hijos pródigos, aquí los acusadores se retiran sin haber arrojado ni una piedra a los que necesitamos el perdón.
¿Qué haremos al contemplar un amor así?
Responder también nosotros con amor. Pedir a Dios experimentar en esta Semana Santa la paz y el gozo profundo de sabernos pecadores perdonados, hijos amados por el Padre, que nos ha reconciliado con Él. Hemos de comunicar también nosotros este amor y este perdón a cada persona que encontramos en el camino de nuestra vida. Nadie puede quedar al margen de un acontecimiento tan grande y transformador.