La Palabra del domingo: Lo auténtico
Domingo 22º del tiempo ordinario
Del Evangelio según san Marcos (7, 1-13)
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?”(Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).
Jesús les contestó:
“¡Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió:
Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres”.
Después añadió:
“De veras son ustedes muy hábiles para violar el mandamiento de Dios y conservar su tradición. Porque Moisés dijo:
Honra a tu padre y a tu madre.
El que maldiga a su padre o a su madre, morirá.
Pero ustedes dicen:
‘Si uno dice a su padre o a su madre: Todo aquello con que yo te podría ayudar es corbán (es decir, ofrenda para el templo), ya no puede hacer nada por su padre o por su madre’.
Así anulan la palabra de Dios con esa tradición que se han transmitido. Y hacen muchas cosas semejantes a ésta”.
Palabra del Señor.
Comentario:
La Palabra de Jesús libera porque hace vivir en lo auténtico. Son muchas las cargas superfluas que adquirimos en la vida, como las rutinas heredadas, los prejuicios y los miedos. Al final terminamos siendo esclavos de ellas y ciegos para mirar lo que tiene más valor. ¡Cuidado! La mayor tentación no está en no creer en Dios, sino en creer en lo que creemos que es Él. Es decir, adorarlo como un ídolo a nuestra imagen y semejanza, en vez de dejarnos sorprender por su verdad en el evangelio.
¿Alimento mi fe desde el evangelio o simplemente creo de oídas y por rutina?
Jesús resume todos los Mandamientos en la única norma del Amor, y así nos hace verdaderamente libres. El que ama no teme, no se frena ante las dificultades, no se sustrae ante las necesidades de los demás. Es libre para ofrecer la propia vida y relativizar toda costumbre y prejuicio en favor de lo que más vale.
¿Cuáles son esas cargas de las que necesito liberarme para amar mejor?
Jesús nos enseña a limpiar primero lo de dentro para que quede limpio también lo de fuera. Se trata de dar la primacía a nuestra vida interior, antes que desgastarnos en un cumplimiento de apariencias externas. Sólo un alma purificada puede ofrecer una adoración pura a Dios y vivir en comunión continua con Él. Dejemos, entonces, de mirar sólo lo externo e ilusorio y abramos nuestra mirada interior hacia el infinito que habita en nosotros. Todo lo de fuera pasa, mientras que lo que acogemos dentro, permanece.
Esta semana prestaré más atención a la presencia de Dios dentro de mí
Hoy nos debe quedar muy claro que:
la fe del que cree de oídas se tambalea ante la imperfección de los que le hayan transmitido el mensaje.
Las costumbres pueden olvidarse o ser sustituidas por otras más “modernas”.
Los razonamientos encuentran antítesis que dan pie a nuevos razonamientos y éstos a nuevas refutaciones…
En cambio… un encuentro personal es indiscutible, desafiante, transformador. Puede variar todo lo que le envuelve, pero su núcleo es firme, permanente. Aunque a principio cueste explicarlo con palabras precisas, sabemos que ha sido Real, más que cualquier otra cosa.