La Palabra del domingo: Bienser
Domingo XIV del tiempo ordinario
Del Evangelio según san Marcos (6, 7-13)
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Palabra del Señor
Comentario:
Con fuerza arrolladora envía Jesús a los suyos. Capacitados con toda clase de dones, ellos continuarán la misión iniciada por el Maestro. No queda tiempo para detenerse, no se puede esperar ni un momento más. El amor es un continuo ir hacia adelante.
Estas palabras de Jesús no son una sugerencia. Son un mandato. Quien le ama no puede dejar de invitar a otros a participar de este amor. Ello nos mueve a asumir desafíos y superar obstáculos. Antes que querer sólo el bienestar, nos hace perseguir el bienser, porque amar es ser en verdad. Eso es ser misionero.
Son muchas las barreras que podemos anteponer nosotros mismos al dinamismo del amor: valorar más los medios que el fin, mirar más nuestra debilidad que la omnipotencia de Dios. En cambio, Él nos revela que lo valioso de la vida es siempre lo más sencillo. Cuando no nos apoyamos en nuestras propias fuerzas dejamos que se evidencie que es su gracia la que actúa en nosotros.
¿Cómo vivo mi tensión misionera? ¿Actúo y anuncio desde el amor o me quedo encerrado en mi bienestar?