No te rindas
No te rindas.
No dejes el camino a medio andar, la barca a la deriva.
No pierdas la oportunidad de realizar el sentido de nuestra historia, ese verbo bendito que ha sido pronunciado sobre nosotros y espera ser conquistado.
No claudiques en el bien que hemos comenzado. Ten el coraje de arriesgarte, el empuje para llegar hasta el final.
Abre tus ojos al momento que tienes por delante para vivirlo a plenitud. Abrázate a la vida con todo el ardor que se merece y lucha por ella.
Haz caer el egoísmo que ciega a tantos, la desesperanza que agota nuestras fuerzas.
Escucha el palpitar de tus ímpetus: es la eternidad que bulle en ti mismo y en los que van a tu lado.
Descúbrete como hombre y mujer libre, es decir, hijo de Dios. Sosténte en la fuerza de nuestro Padre común y siéntate a su mesa. Aliméntate del pan de su amor amasado con manos humanas.
Acoge el designio de vida y libertad que Él te ofrece. Canta agradecido a su presencia por cada oportunidad que tienes de amar con denuedo la vida.
Desde allí toma nuevas fuerzas para tu lucha, la nuestra,
y llévala adelante en la verdad.
Que nadie desvirtúe la pureza de nuestra intención. Cuídate de compromisos falaces y salidas acomodaticias.
En tus manos están las mías, en tu integridad, mi esperanza.
No renuncies,
no des tregua a la conquista de la libertad.
No dejes de darle su pleno sentido ahora mismo.