«Aquedah» (Caracas, 2013)
Presentación:
Con tantos problemas que tenemos ¿Para qué la poesía?
Es la pregunta que muchos se hacen en tiempos difíciles. ¿No son acaso algo accesorio la poesía y el arte? ¿No habría que ocuparse primero de resolver lo más urgente para luego dedicarse a las cosas “secundarias”?
Habría que responder con otra pregunta: ¿Y de dónde sacaremos la fuerza, la amplitud de miras y el anuncio de lo esperado, si prescindimos de las formas de la belleza? En tiempos difíciles, la poesía y el arte no “solucionan” los problemas: Ayudan a comprender sus causas más profundas y a avizorar su superación. ¡Cuánta falta hace la palabra luminosa, que abre horizontes, que despierta en nosotros el sentido de lo perdurable!
La poesía es palabra inspirada que inspira nuevas palabras, acciones, metas. Ella anuncia y denuncia, despierta las fibras más profundas del alma humana para que el hombre viva desde este centro y no se traicione a sí mismo. La poesía no sólo transforma la realidad: La transfigura. Es decir, ella hace posible que las cosas develen sus sentidos más profundos. Hace superar la mirada utilitaria sobre la realidad para iniciarnos en su misterio. Por eso es la primera manifestación creadora de los pueblos: Antes de procurarse el alimento, antes de ir a luchar, de salir al encuentro de los otros, aparece en todos los grupos humanos la necesidad de cantar, de invocar y evocar, de anunciar metas más prometedoras. Este es el camino por el que un grupo humano deviene en “cultura”. Así deja de ser mero “colectivo” y se convierte en “comunidad”. Como dijera Frederich Hölderlin: “Poéticamente habita el hombre la tierra”.
Recientemente tuve la gracia de presentar en Caracas mi nuevo libro de poesía “Aquedah”. Este poemario ha sido el fruto de mis experiencias personales y comunitarias plasmadas en un trabajo que me ocupó casi diez años… ¡Pero si sólo son veintiún poemas breves! Sí, pareciera ser poco, pero la poesía apuesta por anunciar lo esencial, por abarcar el todo de la realidad, del alma humana, en la nada de un puñado de palabras. He ahí su mística. “Aquedah” es un canto al Dios trinitario, una alabanza a Su amor y su acción en nuestra vida, expresado desde el arte de la palabra. Su centro es el sacrificio de amor que Dios realiza por nosotros para elevarnos hasta Él. Su recorrido es el camino del ser humano que se dispone a seguirlo con todas sus exigencias.
He editado este libro a título particular, prescindiendo de la mediación de alguna editorial, precisamente porque he querido que tuviera un marcado sentido personal, ofrecido como un don entre amigos. La presentación de “Aquedah” se desarrolló en la librería “Lugar Común” de la plaza Francia de Altamira la mañana del 13 de julio, donde fuimos invitados por mi amigo el escritor Rodrigo Blanco Calderón. Otro gran amigo, el poeta y filósofo Moisés Jurado, tuvo a cargo las palabras de presentación, llenas de una profunda reflexión sobre la obra y a la vez del afecto de una amistad que compartimos desde muy temprana edad. La librería estaba repleta de personas queridas: lectores apasionados, madres de familia, poetas, catequistas, músicos, pintores y tantos parroquianos… todos hermanados por la experiencia de la palabra compartida y celebrada, llenos del sentido profundo que ella nos ofrece.
En medio del contexto tan difícil que nos toca vivir, donde particularmente nos acecha la desesperanza y la frustración, “Aquedah” quiere ser mi contribución para que se ensanche nuestra mirada, para no desmayar en el camino de la esperanza y volver a fijar nuestras metas siempre más allá. Dios nos reconcilia, ofrece su vida por nosotros sin sustraerse a la hora amarga y nos eleva con nuevas inspiraciones: Sólo desde aquí reencontramos la fuerza y el sentido para transfigurar nuestra realidad, para comprometernos en este esfuerzo.
¡Espero que sea de gran ayuda y estímulo para todos los que se acerquen a sus páginas…!
Selección de Poemas:
Habiendo llegado al monte, el muchacho cargaba la leña a sus espaldas.
Vio el fuego, vio el altar, vio el cuchillo y vio a su padre disponerse para el holocausto.
Pero no vio el cordero necesario.
Cuando el hijo lo descubrió reflejado en los ojos de su padre que le veían, hubo silencio.
Luego le dijo: “Aquedah…
…padre, átame. No sea que yo me resista
y no sea válida nuestra ofrenda”.
VI
Si yo me acerco hasta tu umbral
–silencio resonante–
con un mínimo rumor,
nunca escucharía tus pasos.
Aterra este quicio
por donde he de pasar de noche
hasta la noche total.
He nacido para volver
no con las manos cargadas del botín de mí mismo,
sino hecho desierto.
El fondo,
esa nada que eres,
brota resplandor, corre manantial
prepara el pan.
La paz es permanecer
cuando el mundo te da la espalda.
Tu mirada de espera
nos alcanzará antes de la cima.
X
El vuelo de la alondra va tan alto, tan alto
es su anhelo por tocar
el rumor de las lámparas del cenit.
Los abismos
dejan de ser sombra,
aletean
más que auroras.
¿Qué encuentra la alondra en este vuelo?
¿Hasta dónde
la conduce el viento como aliento?
¿Se alzará más allá del valle si aquel soplo
la levanta más adentro?
Un trinar hace vuelo y se sumerge
con placer de océano hasta las costas lejanas.
Descubre
un surco abierto por el río que apacienta
su correr hasta el mar eterno, mar adentro.
Como vino que se ofrece para amar
el caudal trae piedras, hojas
y trae la semilla como carbón para la hoguera.
El fruto de plata y fuego y oro para brillar,
cristal para mostrar
y para morder marfil.
Fruto insospechado,
anhelo,
inesperable joya hijo del viento sol
y de la tierra expectante,
virgen y madre.
Como la viña que del verde estalla
en racimos escarlata y exulta,
borbotea
el fruto contenido
en los ramos que se abrazan
y se pierden en el verde, negro, escarlata y alondra
venida de lo alto.
XII
Atan tus manos cual cordero.
Se sella
el nudo en tus adentros.
El sol ha muerto.
Aterra
este frío punzando a lo hondo.
Perderte.
Tus manos
han quedado
atrapadas
en la locura de entregarse.
El nudo
va a lo hondo.
Tu absoluta llaga
nos genera.
–Aquedah–
Ni siquiera un vendaval
podrá arrancar este amor
ofrecido.
Entregas tus manos
a sus Manos,
tu voz
a su Voz.
Mientras atas un nudo
en mis adentros.
Refleja mi destello
tu fulgor
XIX
¿Has escuchado el viento esta mañana?
Escúchalo,
aunque sea tarde sigue allí,
también en la noche soplará,
aunque sea noche.
Escucha el viento.
Soplará
suave el viento en las boscosas
cumbres abiertas en ríos.
Soplará
fuerte sobre los mares
abiertos y valientes.
Soplará
en silencio sobre el monte que se espera,
soplará.
Y yo te diré anhelante,
otra vez preguntaré:
¿Has escuchado el viento esta mañana
o esta tarde?
Nunca es tarde, escucha el viento
que revienta ante tu cuerpo, farallón.
Escucha el viento, hermano mío,
escucha el viento y déjate llevar,
pues sopla el viento en su color
y llena el tiempo.
Sopla el viento.
Escucha este soplar
sobre los montes y su paso
triunfante hasta el calor
atesorado de los bosques en su adentro.
Sopla el viento.
Y mueve los espacios y cortezas.
Sopla adentro
del frío mar y lo levanta
en olas fulgurantes y cristal.
El fuerte viento,
viento poderoso,
águila de viento.
Me han gustado y conmovido mucho tus poemas…Siento no haber podido acompañarte ese día y celebro que te hayas sentido muy querido. Abrazos, Tosca
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Gracias, Tosca. Es una alegría que lleguen así también a ti
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Hola Padre… Felicidades por su bendecido trabajo, estoy segura que cumplirá sus objetivos en el corazón de todos, solo quería comentarle que hace ya muchos años yo escribí algo sobre la petición de Isaac a su padre, obviamente no se parece en nada a la profundidad de sus escritos, pero me atrevo a transcribirla para que celebremos la dicha del Espíritu Santo que une a los que le aman de formas misteriosas:
Aquedah, aquedah, átame, átame fuerte, padre mío,
que yo no me resista…
es el grito de la víctima que se abandona a la voluntad
no de su verdugo sino de su padre,
es una petición voluntaria pidiendo desde las entrañas
que no le permita huir, ni retractarse,
para que sea entonces una voluntad
forzada y a la vez dócil,
que engendre vida a pesar de la muerte,
como una apasionada historia de amor
entre dos amantes
que se aman y no deben estar juntos,
es la certeza de querer irse para salvaguardar su integridad,
unido al deseo de querer quedarse para siempre y
fundirse en lo desconocido…
Aquedah, aquedah mi corazón,
átame la vida a tu gran amor.
12/03/2007
Mil bendiciones en su vida Padre…
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¡Muchísimas gracias, Yendimar!
Aunque las formas varían, en esencia es la misma experiencia y la misma súplica la que cada uno de nosotros expresa. ¡Te felicito!
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