La Palabra del domingo: Ser amados
Domingo VI de Pascua
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 21-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.»
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: «Me voy y vuelvo a vuestro lado.» Si me amárais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.»
Palabra del Señor
Comentario:
Nuestra vocación original al amor no se trata sólo de que amemos hacia afuera. Hemos nacido para amar y también para ser amados. Sólo cuando recibimos el amor de Dios con un corazón dispuesto. experimentamos nuestra verdadera libertad y nuestra máxima realización. Por eso cuando Le amamos con sinceridad a través de la vida de su Palabra y del amor a los hermanos, experimentamos esa presencia Suya que nos acompaña, nos sostiene y nos impulsa siempre más allá de nosotros mismos.
¿En qué puedo mejorar hoy para que mi amor a Dios sea más auténtico?
La Palabra de hoy se refiere a la maduración de la vocación cristiana. Nuestra vida en Dios comienza cuando escuchamos su Palabra, crece cuando la meditamos y rinde sus frutos cuando la ponemos en práctica. Todo esto acontece en nosotros por la acción de su Espíritu Santo, que viene en nuestro auxilio para iluminarnos y defendernos. Nos ilumina sobre lo que Jesús ha enseñado y nos defiende ante la tentación de malinterpretarlo o conformarnos con vivirlo mediocremente.
¿Estoy atento a las mociones del Espíritu Santo para conocer mejor a Dios?
El resultado de una vida en el Espíritu es que los cristianos crecemos personal y comunitariamente en vivir la paz. Ella es fruto de la justicia, del amor y del perdón. Por eso sólo podemos conseguirla verdaderamente desde una experiencia espiritual que nos sostenga en la lucha por conquistarla y nos la ofrezca como don que nos viene de parte de Dios. No es la paz como la ofrece el mundo, es la paz del Cristo de Dios.
¿Mi vida espiritual me mantiene en la construcción de la paz como fruto de la justicia y del amor?