La Palabra de hoy: Fuerza secreta
Viernes III de Pascua
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 52-59
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí:
– «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo:
– «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»
Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
Palabra del Señor.
Comentario:
El evangelio de hoy coincide con el relato de la conversión de san Pablo en la primera lectura. Su cambio de perseguidor a ardiente testigo del evangelio demuestra la actuación de algo que va mucho más allá de cualquier cálculo humano. Nos habla la Palabra de una fuerza secreta, de la actuación misma de Dios en el centro vital de cada persona y de la entera humanidad. «El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él»: Ésta es la fuerza divina que actúa en nosotros, es la gracia de Dios que se nos da como alimento. También hoy tu vida y la mía pueden responder a esa fuerza secreta, podemos dejarnos transformar y hacer así que nuestra realidad se transforme. No nos moveremos sólo por nuestras capacidades, es el impulso divino el que actúa en nuestra vida, en nuestra historia.
Hoy tomaré conciencia de la fuerza de Dios que actúa en mi vida